¿Alianza electoral Trump-Peña-Videgaray?
Citatorio en Washington
México, sin defensa
Veracruz: rival designado
nrique Peña Nieto fue citado por Donald Trump para iniciar, el último día del mes en curso, la instalación de nuevos planes. A las pláticas, en Washington, el político nacido en Atlacomulco llegará en las peores condiciones: popularidad exageradamente baja, un movimiento nacional de protesta incesante contra sus políticas (especialmente contra el aumento a las gasolinas y el diésel), inestabilidad generalizada (siempre con el ingrediente de la violencia criminal desbordada) y expedientes de corrupción abiertos y amenazantes, como el de la brasileña Odebrecht, procesada por entregar sobornos de millones de dólares a funcionarios de varios países, entre ellos México, durante el periodo peñista.
Los temas que tratará el impositivo Trump son sustanciales para México, pero la decisión sobre ellos será tomada, a nombre del país en ruta de ser victimado, por el nada representativo Peña Nieto y por un puñado de sus funcionarios, entre ellos el presunto presidente adjunto, Luis Videgaray, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el apocado secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quienes sostendrán reuniones previas con el equipo del rubio multimillonario para afinar
la agenda que luego será discutida
en la Casa Blanca.
No queda mucho a la imaginación. La ceremonia para rendir juramento como sucesor de Barack Obama mostró a un Trump peor de lo que se esperaba. Se equivocaron quienes suponían que al asumir el poder se notaría un cambio cualitativo en el hombre del copete volador: en la toma de protesta se mostró cerril en sus comportamientos con, por ejemplo, su esposa, y pronunció un discurso egocéntrico, amenazante, aislacionista y cargado de un pragmatismo de bajo nivel.
En sus primeras acciones ha ido cumpliendo sus promesas de campaña, sin visos de moderación e incluso abriendo nuevos frentes de combate, como el relacionado con los periodistas, a los que acusó de estar entre los seres humanos más deshonestos en la tierra
(la referencia la pronunció al tiempo que buscaba congraciarse con los miembros de la Agencia Central de Inteligencia, la siempre peligrosa CIA, a la que ha lanzado ataques inusuales y arriesgados, entre versiones de descontento activo de una parte de la nomenclatura estadunidense contra los arranques del citado Trump).
La inocultable vocación dominante del anfitrión, y la terca insistencia en ciertos planes específicos respecto a México, hacen prever que Peña Nieto será recibido solamente para darle instrucciones o para precisar términos operativos. Trump ha decidido renegociar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte a partir de una defensa excesiva, abusiva, de los intereses estadunidenses; ha decidido construir la parte del muro fronterizo que aún falta, haciendo que dinero mexicano pague por esa edificación (el pago puede ser directo o indirecto, con las remesas de los paisanos como opción a tomar unilateralmente e incluso con la posibilidad de alguna triangulación relacionada con la riqueza de El Chapo, oportunamente extraditado) y ha decidido que botará de ese país a los migrantes mexicanos de estancia irregular.
A las características negativas que acompañan al citado Peña Nieto a esa sesión de tortura política ha de agregarse un factor coyuntural que puede resultar decisivo para acabar de dañar el interés nacional de México. El gobierno del mexiquense está liquidado ya, en términos políticos y sociales. El nivel de rechazo a sus planes y determinaciones, y el fango en que se mueve en general la clase política, hacen que el destino de Peña, de su equipo y su partido sea el de la derrota electoral en 2018, que podría abrir las puertas a ciertas formas de castigo administrativo, económico o, en ciertos casos, penal, por lo que han hecho en contra de México.
Peña y su equipo sólo tienen a estas alturas, como posibilidad para tratar de sostenerse en el poder en 2018, o para negociar alguna fórmula de engaño (por ejemplo, impulsar un negociado plan B, con Margarita Zavala y Felipe Calderón a la cabeza), el que Trump les otorgue un apoyo faccioso, tan extraordinario como tozudo. Trump ya hizo un primer nombramiento en la política mexicana, al conseguir que Luis Videgaray Caso fuera designado canciller y funja cada vez más abiertamente como una especie de jefe de gabinete peñista, en evidente compensación gananciosa por los servicios que prestó al entonces candidato Trump, al ofrecerle Los Pinos como alfombra de país vencido.
En esa tesitura, existe el fundado riesgo de que México sea llevado en bandeja de plata al emperador vecino para que aproveche lo que le sea necesario, en un plan de anexión política inconfesa que amarraría los intereses del grupo rapaz de Peña y Videgaray con los de Trump y su operador para México, el yerno Jared Kushner, amigo del ahora canciller mexicano. Trump podría tratar de decidir la próxima sucesión presidencial mexicana en función de sus entendimientos con el grupo priísta actualmente en el poder, designando al personaje más expresamente propicio, el citado Videgaray, o a alguien de su grupo, como el actualmente opacado José Antonio Meade, comisionado por Videgaray para encargarse de la secretaría de hacienda, o a una opción opositora
familiarmente cercana, como la panista Zavala Gómez del Campo, prima de Virginia Gómez del Campo, la esposa del propio Videgaray.
Ha anunciado Fidel Herrera Beltrán su regreso a México, específicamente a Veracruz, según eso para defenderse de lo que considera calumnias
, es decir, de las acusaciones judiciales del actual gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, contra Herrera y su hechura política, el fugitivo Javier Duarte de Ochoa, por daños a la salud de los veracruzanos mediante medicamentos clonados o falsos. Si no decide a última hora pegar el vuelo, como Duarte de Ochoa, Herrera Beltrán pretenderá convertirse en rival designado por Los Pinos contra el panista Yunes Linares y en arquitecto sucio de reconstrucción priísta rumbo a las elecciones de presidentes municipales en esa entidad. ¡Hasta mañana!
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