Opinión
Ver día anteriorViernes 20 de enero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Se transforma la fábrica global?
L

lama la atención que algunas personas digan con verdadero convencimiento que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos es un hecho magnífico, pues el mundo del capitalismo neoliberal va a dar una vuelta de por lo menos 180 grados, transformando el orden económico mundial. Trump se presenta como una persona antisistema, con lo que, de ser cierto, estaríamos ante la posibilidad de revertir el poder de las corporaciones, de los sectores financieros, de Washington. Sin embargo, los primeros nombramientos de los futuros secretarios parecen, por el contrario, vinculados muy de cerca con el sistema.

En relación con su proyecto nacional, no hay claridad. Sus mensajes por Twitter, si bien abundantes, no conforman un proyecto de país. Sin embargo, lo que por ahora parecen ser sus pretensiones centrales tienen que ver con la deportación de los trabajadores indocumentados, número que ha ido cambiando a lo largo de las semanas recientes (2 o 3 millones); la construcción del muro que, insiste, México deberá costear; la determinación de aplicar un impuesto de 35 por ciento a las empresas que realicen subcontrataciones en otros países si no aceptan regresar a Estados Unidos. Esta pretensión también está dirigida a corporativos de otras naciones, como ha señalado en relación con BMW, de Alemania. Y, por supuesto, la exigencia de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o bien, de cancelarlo si no logra las condiciones que sus fantasías crean merecer. Estos son sólo algunos de los más visibles proyectos en relación principalmente con lo que desde su campaña intentaba captar, es decir, el apoyo de los trabajadores estadunidenses.

Pero lograr la estrategia propuesta, más que producto de discusiones sólidas con especialistas, se sustenta en intuiciones y amenazas. Hay muchas voces que señalan que tendrá consecuencias muy nocivas para Estados Unidos, pues puede que se consiga incrementar algunos puestos de trabajo, pero los riesgos abundan. Entre ellos, las empresas empezarán a sentir la falta de competitividad en relación con aquellas que sigan subcontratando en países con salarios inferiores. Edmund Phelps, premio Nobel de Economía, comparó la práctica del republicano de presionar a las empresas con las políticas adoptadas en el régimen fascista de Hitler, y las considera potencialmente peligrosas para la economía, pues imponer controles a las empresas es un obstáculo para las innovaciones, clave para estimular la economía. Por su parte, Joseph Stiglitz alerta sobre la política proteccionista del magnate, pues puede agravar el déficit comercial de Estados Unidos al provocar una guerra comercial con el resto de las naciones con las que tiene importantes y exportaciones, como son México, Alemania y China. Otro problema señalado por Griswold es que si empresas como la United Technology se alejan de los mercados globales serán menos rentables y competitivas, creando menos empleos. ¿Cuánto más van a costar esos automóviles a precios de salarios estadunidenses? Seguramente serán superiores al impuesto con el que amenazó Trump.

Si bien el panorama aún es incierto en relación con el tipo de políticas económicas que aplicará esta nueva administración, pues no se tienen más detalles sobre el modelo económico a implementar, lo cierto es que de llevarse a cabo un proteccionismo a secas, tal como lo ha sugerido Trump, los especialistas sugieren que el primer damnificado será el propio Estados Unidos, lo cual es grave, porque estamos hablando del país más poderoso del planeta, y por ello tendrá repercusiones mundiales. Sin embargo, al mismo tiempo se abre un espacio favorable para la toma de decisiones del resto de las economías del planeta que pueden plantear propuestas reparadoras en la medida en que el imperio desvanece su presión sobre el mundo.

La renegociación del TLCAN propuesta por Trump claramente buscará beneficiar solamente a Estados Unidos, por tanto, la única opción para México es empezar el camino de su independencia económica, del desarrollo incluyente con una clara y bien definida política industrial nacional, agrícola y educativa, y abandonar el proyecto que lo ha convertido en un país maquilador.