o que por estos días afanosamente hace Enrique Peña Nieto y gabinetazo para intentar justificar el megagasolinazo en realidad debió hacerlo antes de aumentar hasta en 24 por ciento el precio de los combustibles, es decir, un gobierno que se respete, que vele por el interés de sus gobernados, primero los consulta, les explica y les detalla el plan de acción, y luego, si los ciudadanos quedan convencidos, entonces procede en tal sentido. No al revés.

Al viejo estilo de mátenlos en caliente, el gobierno federal anunció tal aumento el 27 de diciembre de 2016, en pleno periodo vacacional y sin mediar explicación alguna, porque si bien los consumidores esperaban un incremento en el precio de los combustibles (no obstante que la promesa peñanietista fue en riguroso sentido contrario), la presunta autoridad nunca aclaró que sería de proporciones gigantescas. Y lo hizo justo en el mismo mes que la voraz clase política se sirvió con la cuchara más grande que encontró para autoconcederse bonos, compensaciones, complementos, estímulos y conexos.

Y también al viejo estilo villista (ajusílenlos y después viriguan) primero soltó el mandarriazo y después (sólo como resultado de las protestas en todo el país) la balbuciente explicación que a nadie convence. En un principio el defensor solitario del golpe asestado fue el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien lo único que provocó fue echarle más gasolina al fuego. El resto del gabinetazo permaneció convenientemente mudo, y el inquilino de Los Pinos sólo salió a comentar el punto en la víspera del día de los Reyes Magos.

En Los Pinos creyeron que lo citado resultaba suficiente y que los discursos de su cada día más carismático inquilino alcanzarían para calmar la furia ciudadana. Pero su intento por aclarar el golpe sólo lo enfangó más, porque amén de que no explicó absolutamente nada recurrió a una de las frases que, tres décadas atrás, marcaron negativamente a Miguel de la Madrid: se trata, decía, de medidas dolorosas, pero necesarias que sólo hundieron al país y a sus habitantes. Y así ha sido desde entonces, y allí están los resultados.

Pero bueno, a partir de que Peña Nieto ofreció su primer mensaje a la nación de 2017, un día sí y el siguiente también el inquilino de Los Pinos y su gabinetazo no han desperdiciado tribuna para repetir como periquitos la misma justificación que sólo ha indignado más a los mexicanos. Y en su repetición sólo hacen referencia al aumento que ya se dio, como si no fuera a suceder más, pero dejan a un lado los que vienen (3 y 11 de febrero, y diario a partir del 18 del mismo mes) que terminarán por llevar la situación a un nivel verdaderamente explosivo, tanto en lo económico como en lo social.

El gobierno que prometió “no más gasolinazos” si le aprobaban su reforma energética (lo que sucedió) en los hechos ha incrementado sostenidamente los precios de los combustibles: 48 por ciento en el caso de la gasolina Magna, 56.5 por ciento en el de la Premium y 69 por ciento en el del diésel, pero ahora dice que el brutal aumento es como el parto: doloroso, pero necesario.

Y el siempre adelantado inquilino de Los Pinos no sólo descubrió que la gallina de los huevos de oro se nos fue acabando, sino que existe una realidad –la que siempre negó– que se está tragando al país. Ahora dice que se dio cuenta de que la realidad se nos ha impuesto, nos ha alcanzado, cuando en los hechos el que nunca se enteró fue el propio Enrique Peña Nieto.

He allí el futuro promisorio ofrecido por el que sí sabe gobernar, pero lo que en realidad resultará verdaderamente doloroso para Peña Nieto será entregar la banda presidencial, en 2018, al representante de un partido político distinto al suyo, si no es que antes estalla la olla de presión social.

Y de cereza otra frase célebre: se han tomado decisiones firmes para que México crezca, celebra EPN. Sí, para crecer 1.9 por ciento como promedio anual, es decir, nada.

En otro orden, en su análisis semanal el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, advierte que las declaraciones realizadas en días pasados por Donald Trump han tenido un impacto significativo en la depreciación de nuestra moneda con respecto al dólar estadunidense. Lo anterior se da como reflejo de la incertidumbre percibida por los inversionistas internacionales en torno al rumbo que tomará la economía mexicana en los meses por venir.

Adicionalmente, detalla, las variables internas de nuestro país continúan mostrando señales desfavorables. El incremento marginal en la inversión fija bruta y el deterioro en la confianza del consumidor son algunos ejemplos que incidirán negativamente en la evolución de la economía mexicana en los próximos meses. Ante tal situación, resulta imperativo hallar acuerdos en los que el sector público y el sector privado realicen consensos para enfrentar convenientemente la actual coyuntura.

En diciembre pasado la inflación en nuestro país fue de 3.4 por ciento anualizado, pero el índice de precios al productor se incrementó 8.5 por ciento, prácticamente el triple que en igual mes de 2015. Ello implica que los productores deberán realizar ajustes ante los incrementos en los costos de producción, impactando directamente en el precio final a los consumidores. Al acotar la capacidad de compra mediante precios más elevados, el ritmo de crecimiento del consumo se verá limitado, en particular el de los bienes durables, y con ello también la evolución de la economía nacional en los siguientes meses.

Además, el encarecimiento de los bie-nes importados debe ser visto como el detonante para la recuperación de la industria nacional. Es posible iniciar una estrategia de sustitución de importaciones en sectores económicos que se han descuidado en los últimos años. El impacto de las decisiones que se toman en el exterior sobre las que nuestro país tiene poco o nulo control sólo se podrá mitigar cuando la economía nacional tenga cimientos sólidos.

Las rebanadas del pastel

Como si fuera concurso, el gobierno peñanietista ha designado a su cuarto embajador en Estados Unidos en apenas cuatro años. Se trata de Gerónimo Gutiérrez, ex coordinador de asesores de Pedro Aspe y, por lo mismo, muy amigo del aprendiz de canciller. Es otro prianista, que lo mismo trabajó en el salinato que en el calderonato, sin olvidar su pasó por el sexenio de Fox… Y el dólar cierra semana financiera hasta en 22.10 micropesitos.

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