Editorial
Ver día anteriorLunes 2 de enero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Turquía: barbarie que no cesa
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l menos 39 personas murieron y 69 resultaron heridas de distinta gravedad en un ataque con arma de fuego en la discoteca Reina, un exclusivo local ubicado en el lado europeo de Estambul, la ciudad más poblada y principal centro económico de Turquía.

Cámaras de vigilancia ubicadas fuera del recinto muestran a un solo atacante al momento de abatir a un guardia de seguridad antes de disparar de manera indiscriminada contra los asistentes a la fiesta de Año Nuevo en la madrugada del domingo. De acuerdo con la información divulgada por las autoridades turcas, al menos la mitad de las víctimas mortales eran personas extranjeras, casi todas provenientes de países árabes.

Aunque el gobierno turco calificó el acto de atentado terrorista, hasta el cierre de esta edición ningún grupo había reivindicado la autoría, y las fuerzas de seguridad continuaban con la búsqueda del atacante.

El tiroteo llega como cierre de un año en el cual la sociedad turca sufrió conmoción por una larga serie de ataques que dejaron centenares de víctimas y por un intento de golpe de Estado que durante 48 horas mantuvo a la nación en la incertidumbre sobre la continuidad del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Mientras la intentona golpista fue atribuida por Erdogan a una estructura paralela de poder dirigida por un clérigo que se encuentra exiliado en Estados Unidos, la mayor parte de los atentados fueron cometidos –o al menos reivindicados– por el grupo extremista Estado Islámico (EI) o por organizaciones ligadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un movimiento separatista que busca el reconocimiento de la nación kurda.

En este contexto es necesario recordar que, antes del fracasado golpe, Ankara jugó un papel ambiguo en la coalición formada por Estados Unidos para combatir al EI en Siria e Irak, pues el gobierno de Erdogan consideró como sus intereses primordiales el derrocamiento del presidente sirio Bashar al Assad y la derrota definitiva de las milicias kurdas que combaten tanto al EI como al ejército sirio en la región fronteriza con Turquía, lo cual no evitó que la organización islamista perpetrara criminales ataques contra la población civil y sitios turísticos. Al mismo tiempo, el régimen rompió los acercamientos con los grupos políticos kurdos y remprendió la política de mano dura contra los miembros de esta etnia, con lo cual se reactivó una cruenta guerra civil en amplias porciones del territorio turco.

De tal modo, la nación puente entre Europa y Asia ha quedado envuelta en medio de dos conflictos que escapan de manera preocupante al control de las autoridades. El atentado del primer día del año es un recordatorio de la urgencia de renunciar a la vía de la violencia y buscar una estrategia de combate al terrorismo integrista y de tratamiento del tema kurdo que privilegie la protección de las vidas humanas, pues en el camino de las armas la principal víctima es la población.