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Puntos sobre las íes

Recuerdos XLIII (empresarios)

C

on lo poco que llevo escrito del doctor Alfonso Gaona de Lara podrá darse cuenta el amable lector que se las sabía si no todas sí casi todas y que para eso de salirse con la suya era un verdadero maestro, y me atrevo a suponer que en aquellos años era necesario un personaje así para podérselas ver con esa pléyade de chimuelos mascadores de tuercas y tornillos.

En anterior artículo me referí a cómo tuvo que arreglarse con Fernando López El Torero de Canela, cuyo pecado fue pedirle que le aumentara un poco los dineros, lo que el galeno tuvo que tragar forzado por las circunstancias.

Sólo que…

El médico no olvidaba y, poco a poco, fue instrumentando su revancha, máxime cuando el de Canela le dijo que en adelante lo mejor sería que hablara con su apoderado, el viejo periodista don José Jiménez Latapí, más conocido en el ambiente como Don Dificultades, lo que aumentó el archivo de cuentas pendientes con el doctor.

Así que el empresario, auxiliado por Paco Malgesto y don Rafael Solana, invitó a cenar al sensacional novillero y le aconsejó que lo mejor sería que renunciara a la alternativa y se fuera a España y Portugal donde él le tenía ya todo arreglado con un apoderado hispano y que se encontraba en México.

El de Canela consultó con Alameda, Malgesto y Alameda y los tres estuvieron conformes en que esta sería una oportunidad que no debía dejar escapar.

Y se fue.

Sólo que de las promesas de Madrid, Sevilla, Barcelona y Lisboa no hubo más que dos o tres reintegros en plazas de poca monta y si Fernando pudo resistir aquello fue gracias a su madre, que había montado un negocio de venta de peinetas que su hijo le enviaba con regularidad, pero que no duró.

Y vivir ¿dónde?

Armando Calvo, el actor hispano, gran amigo de El Canela, le había facilitado su hermoso departamento que si no...

En esas andaba cuando supo que el médico estaba hospedado en el hotel Palace, donde contrataba toreros para la próxima temporada en Insurgentes y que, le dijo Calvo, estaba aquello hasta el tope de taurinos que querían hablar con él.

En una de esas, el doctor le mandó recado a Fernando para que fuera a verlo de inmediato al Palace y casi volando llegó al hotel.

Efectivamente, lo recibió sin hacerlo esperar y le dijo que lo necesitaba para la México y que a la mañana siguiente lo viera a las 11 para que le diera un dinero para el boleto del avión y que le pagaría con las corridas que toreara en México.

Más que contento, fue a saludar a su amigo Armando Calvo, que estaba guardando cama por una fuerte gripe quien, a poco, quiso saber si el doctor Gaona le había dado el dinero para el pasaje y le respondió que lo vería a las 11 de la mañana para entregarle el parné.

Calvo lo miró fijamente y le dijo: valiente jijo de la... y por ahí le siguió, recordándole una y otra vez todo el santoral familiar y, cuando pudo calmarse el de Canela le preguntó qué le pasaba, el actor, tras de una nueva lluvia de recuerdos, le dijo pues nada, que ese tal por cual, jijo de su... ha citado a mi chofer a las siete de la mañana, ya que a las 10 volará rumbo a México. Eso es lo que me pasa, pues nada... que te ha engañado y partido la...

Y con eso, amables y pacientes lectores, Fernando López, el famosísimo Torero de Canela se retiró –mejor dicho, lo retiró el doctor Alfonso Gaona de Lara de los ruedos.

Vaya faenita.

(Datos extraídos del libro El de Canela, escrito por él mismo)

* * * *

Y hubo otras más.

Cuando trabajaba con mi señor padre en El Redondel, dada la ubicación de sus oficinas en la avenida Juárez y más tarde en la avenida Bucareli, un grupo de amigos teníamos la costumbre de comer en el segundo piso del famoso restaurante Prendes y uno de esos días llegaron el doctor Gaona y Chafic (José) Hamdan, apoderado de Manolo Martínez y ambos se acercaron a la mesa que ocupábamos don Gabino Lombana Pardo, el licenciado Javier Creixell del Moral y quien esto escribe para saludarnos afectuosamente y cuando íbamos a media comida se acercó el popular mesero Ismael para entregarnos una botella de conocido tintorrio de parte del doctor Gaona y lo que siguió después ¡¡nunca pudimos olvidarlo!!

(Continuará)

(AAB)