Agnes Heller y las teorías de las necesidades humanas / XIV
Al abandonar el marxismo, la autora rehace el concepto de necesidades radicales
ngel Rivero (AR) compiló, tradujo, y escribió una larga introducción a la compilación de tres artículos de Agnes Heller (AH) bajo el título de Una revisión de la teoría de las necesidades (Paidós, Barcelona, 1996). Uno de ellos da título al volumen; los otros son: “¿Se puede hablar de necesidades (N) ‘verdaderas’ y de ‘falsas’ necesidades?, y ¿Dónde estamos en casa?
. El grueso de la introducción de AR reconstruye la obra (y el proyecto original) de la AH marxista:
“Sobre la base de las interpretaciones de Lukács y de Márkus de los Manuscritos de Marx, AH intentó desarrollar de forma sistemática una antropología social (AS) que contemplara todos los aspectos de la humanización del hombre y de su autoproducción… que proporcionara al marxismo una teoría normativa y una teoría de los valores… La 1ª pieza de esta AS la constituye Instinto, agresividad y carácter [donde argumenta] que aunque el hombre posee una base biológica, ésta ha sido profundamente alterada en el proceso de socialización. La 2ª parte es Teoría de los sentimientos, dedicado al análisis de la fenomenología de los sentimientos… y a una sociología de la alienación de la personalidad en la modernidad… que se plasma en la separación de sentimientos y razón… La 3ª parte, que debía ser la más propiamente marxista, fue proyectada como una reflexión sobre la historia. Sin embargo, aquí se produjo un cambio de paradigma…La filosofía de la historia, el paradigma de la producción… es abandonada y criticada [Teoría de la historia, 1982, en español: Fontanamara, Barcelona, 1985]… ya no se habla de ‘esencia humana’. El análisis de la historia ya no muestra el progreso hacia una riqueza creciente de la esencia humana, la fuente de inspiración de Heller ya no es Marx, sino Collingwood… Ya no se habla de esencia humana, sino de condición humana…El paso hacia la ética está definitivamente dado…Debido a esta ruptura, la 4ª parte, la elaboración de una teoría de las N inspirada en el progreso de la esencia humana a través del crecimiento de las N radicales en dirección a la utopía marxiana de la satisfacción completa de las N, es abandonada” (pp. 37-40).
En Una revisión de la teoría de las necesidades
(A theory of needs revisited
, Thesis Eleven, número 35, 1993; capítulo 2 de la compilación de AR citada), AH declara que “mi propio punto de vista filosófico se había ido alejando de forma lenta pero constante incluso de una visión marxista fuertemente modificada, en una dirección que ahora podríamos llamar posmoderna. Puesto que la teoría de las N nunca estuvo fuertemente anclada a la ‘gran narrativa’, después de haber abandonado la tradición hegeliana-marxista de filosofía de la historia, pude desatar fácilmente esos lazos. El único aspecto de la teoría de las N que requería una reconsideración a fondo era el de las N radicales (NR)”. (Mezclo mi traducción con la de AR). En lo que sigue abordo sólo la última sección del capítulo referido a las NR, que AH comienza narrando (con terminología alterada) lo que señaló al respecto en Teoría de las necesidades en Marx (que he examinado ampliamente en esta serie): Definí NR con tres elementos: primero, son cualitativas y no son cuantificables; segundo, no pueden ser satisfechas en un mundo basado en la subordinación jerárquica; tercero, guían a la gente hacia ideas y prácticas que llevan a la abolición de la subordinación jerárquica. Todavía creo que existen las NR, y que pueden ser descritas en tales términos. Lo que ahora rechazo es la temporalización de las N radicales en el proyecto de una gran narrativa
(pp. 116-7). Aquí, AH convierte las N radicales en un concepto ‘descafeinado’: deja de hablar de capitalismo, al que remplaza por sociedades de subordinación jerárquica. Además, declara su nihilismo o negativismo abiertamente:
“Debe abandonarse el proyecto de trascender este mundo (la organización social moderna) y de alcanzar, a través de la negación absoluta y práctica de la presente fase de la organización social, una sociedad libre de jerarquías y conflictos sociales, liberada de la escisión de la personalidad, de la cuantificación de las N, etc. Fue un proyecto basado en la idea de gran narrativa, en la filosofía de la historia como progreso histórico universal, que, a su vez, estuvo enraizado en la fusión del mesianismo con la idea de progresión infinita. El mesianismo, o impulso de redención, es un asunto religioso, no de política, pues sus límites son trascendentes. La concepción de una progresión universal ilimitada no puede mantenerse en ninguna esfera de valor, porque no sólo fue una ilusión, sino una ilusión peligrosa. Al perseguir el espectro de lo ilimitado, uno puede perder lo poco ya alcanzado” (p.117, edición en español: he preferido mi propia traducción).
El rechazo total a la posibilidad de un mundo mejor lleva a AH al reformismo. La ‘gran narrativa’ (calificativo peyorativo utilizado contra el marxismo por sus enemigos) es remplazada por la nihilista afirmación: La idea más ambiciosa que podemos nutrir por el momento es disminuir la brecha entre las N adscritas, por un lado, y la provisión de sus satisfactores por el otro
. AH sigue hablando de modernidad en 1993. El uso de este concepto en lugar del de capitalismo se podría entender cuando coexistían el capitalismo y el ‘socialismo realmente existente’, pero no en 1993, después de la caída del muro de Berlín y de la disolución de la URSS, lo que llevó a la universalización del capitalismo.
En los últimos párrafos del artículo, AH retoma el término de NR, pero ahora ya ni siquiera las considera como categoría especial, con lo cual las desaparece como la categoría de N que surgen en el capitalismo (o en ‘sociedades de subordinación jerárquica’) pero no se pueden satisfacer en éste: Las N radicales, dice aquí, son las N que requieren satisfacción cualitativa; en este sentido no representan ninguna categoría especial
. Las iguala con cualquier N espiritual (cualquiera sea el significado de esta categoría) y termina redifiniéndolas por lo idiosincrásico: Las NR constituyen la diferencia, la unicidad, lo idiosincrásico de la persona singular y también de las comunidades
. De esta manera, la N de los musulmanes de ayunar durante el Ramadán, sería una N radical que sí se puede satisfacer en el capitalismo y, de hecho, así ocurre.
En contraste con AH, György Márkus (Language and Production, 1986, Dordrecht, Holanda), lejos de abandonar el marxismo, ha propuesto radicalizarlo y ha sostenido el papel portador de futuro, transformador e indispensable de las NR:
“La ‘radicalización’ del marxismo, en el sentido que proponemos, significa entonces, en cierto sentido, un ‘regreso a las fuentes’, por lo menos si es lícito comprender así una reconstrucción hipotética de las ‘intencionaes originales’ de Marx…una reconstrucción realizada desde el punto de vista de los problemas teóricos y las exigencias prácticas de nuestros días. Esta ‘radicalización’ significa, antes que nada, que la precondición ‘trascendental’ de la posibilidad de la teoría crítica es la existencia, la realidad empírica ‘vivida’ de necesidades radicales que, en su contenido, ‘trascienden’ el presente y apuntan hacia una nueva organización de la sociedad y nuevas formas de vida… La explicación de las necesidades como efectos de una estructura social y su interpretación como potencialidades de transformación de ésta se unifican en la teoría en la presentación de las NR como factores causales de las disfunciones (sentidas y eliminables) de la sociedad. Pero las NR no son sólo ese ‘afuera’ del sustento existencial al cual la teoría crítica tiene necesariamente que acudir, también condicionan el contenido conceptual de la teoría en la medida en que la distinción básica entre ‘condiciones materiales’ [a las que la humanidad nunca renuncia
] y relaciones sociales [que pueden, en principio, ser cambiados] sólo se puede trazar en función de ellas” (capítulo 5 de Language and Production traducido al español en Desacatos número 23, enero-abril de 2007, pp. 179-200).