Con motivo de la Navidad, jerarcas católicos enviaron mensajes sobre lo que significa esta fecha y los desafíos que se esperan para el próximo año.

Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, advirtió sobre el creciente número de migraciones que se están dando en estos años, y apuntó que, aunque esta situación no es nueva, sí ha aumentado en las décadas recientes.

“La necesidad de tener un espacio firme donde crecer y desarrollarse hace que muchas personas salgan de sus lugares de origen, no necesariamente para huir de una triste realidad, sino para encontrar el apoyo de quienes han tenido mejores oportunidades.

Su peregrinar es duro, muchas puertas se cierran ante ellos, por lo que debemos seguir esforzándonos para que se abran más fuentes de empleo en el país y así evitar este creciente fenómeno en el que hay mucho por hacer.

Llamó a apoyar a los migrantes y colaborar con las instituciones que se dedican socorrerlos momentáneamente en sus necesidades.

También pidió a los padres de familia que hagan conciencia en sus hijos sobre el sentido verdadero de la Navidad, que no consiste sólo en recibir regalos, sino en aprender a compartir generosamente con nuestro prójimo más necesitado.

Aparte, Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de Las Casas, indicó que para transformar la realidad y generar esperanza, acerquémonos a Jesús niño en el pesebre, que nos contagie de su luz y de su vida, para ser constructores de un mundo nuevo.

Refirió que, pese a que lo que se resalta son los asesinatos, asaltos, secuestros, accidentes, guerras, corrupción, confrontaciones, errores de las autoridades, pederastia, desastres naturales y, en fin, lo negativo del mundo, no se debe perder la esperanza en un entorno mejor.

Dijo que en los análisis de la realidad, superabunda lo que juzgamos como injusticia y pecado. Pareciera que nada está bien, que vamos de mal en peor, que no se vislumbra una salida satisfactoria.

Subrayó que para alentarnos ante esta situación, durante la anual convivencia navideña, nos propusimos fortalecer nuestra esperanza, para consolar al pueblo.