Tomografía de resistividad eléctrica permitió mirar el interior
de esa estructura maya
Está construida dentro de El Castillo (Kukulkán), sobre un cenote que tiene de 20 a 25 metros de diámetro, reportan investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNAM
René Chávez, del Instituto de Geofísica, informa de avances en ese proyecto de rescate arqueológico
Jueves 17 de noviembre de 2016, p. 3
Investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmaron la existencia de otra pequeña pirámide dentro de El Castillo de la zona arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán, la cual dataría de la época de los primeros pobladores de la zona (alrededor de los años 500 a 800 dC).
Esa estructura probablemente habría sido construida por los llamados mayas puros
y contaría con un adoratorio intacto, afirmó Denisse Argote, especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), invitada a la conferencia de prensa en la que René Chávez Segura, responsable del proyecto de investigación propuesto por el Instituto de Geofísica de la UNAM, ofreció detalles acerca del método que se utilizó (tomografía de resistividad eléctrica) para mirar el interior
de la también conocida como pirámide de Kukulkán.
En los años 30 del siglo pasado se había ya descubierto una primera subestructura de grandes dimensiones dentro de ese edificio prehispánico, y se sospechaba que, como era costumbre en el México antiguo, existirían más etapas constructivas.
En 2014 el equipo de trabajo de Chávez Segura (entre ellos los ingenieros Gerardo Cifuentes Nava, Esteban Hernández Quintero y Andrés Tejero Andrade) hizo una primera tomografía a la emblemática pirámide de Chichén Itzá, con la finalidad de obtener imágenes tridimensionales que descubrieron que está construida sobre un cenote, el cual, ahora se confirmó, tiene entre 20 y 25 metros de diámetro.
Los ingenieros utilizaron un método no convencional
, pues no colocaron aparatos encima del edificio para iluminarlo
, sino que dispusieron en su alrededor, en sus nueve niveles, decenas de electrodos que proporcionaron más de 45 mil mediciones.
Hasta el momento se han analizado sólo 23 mil de esos datos, pues no tenemos capacidad de cómputo para procesar todos; estamos a la espera de adquirir el equipo necesario para hacer el estudio total de la información
, explicaron los investigadores.
No obstante, con los resultados disponibles se confirmó que dentro de El Castillo, debajo de la subestructura hallada hace casi 90 años, existe otra pirámide de unos 12 por 18 metros de perímetro, y ocho metros de altura, en cuya cima estaría un adoratorio de otros dos metros de alto, que probablemente cuenta con una escalinata en su parte norte y está desplazada hacia donde se ubica el cenote.
La pirámide, aclaró Chávez, no está flotando sobre ese cuerpo de agua; éste tendría una cubierta y quizá un pequeño acceso.
La subestructura que cubre la pequeña pirámide tiene unos 15 metros de altura, con su adoratorio se eleva hasta 20; ahí se descubrió en abril de 1935 una figura de Chac Mool, con incrustaciones de concha nácar en uñas, dientes y ojos. Ese recinto fue bautizado como sala de las ofrendas o cámara norte.
Finalmente, la pirámide de Kukulkán, que cubre las dos anteriores, fue construida entre los años mil 50 y mil 300 (época de la decadencia del asentamiento), y alcanza 24 metros hasta la plataforma superior, más seis metros de su adoratorio.
Chávez recalcó que la tomografía de resistividad eléctrica no ofrece la resolución que muchos quisieran; no es una fotografía, es como una radiografía muy difusa, quizá con el tiempo lleguemos a perfeccionar el método. Sin embargo, cuando llegue la nueva computadora podremos ver con mayor resolución la parte superior de la pirámide pequeña, donde hay oquedades que podemos asociar a túneles de exploración que hicieron los arqueólogos en los años 30. Al concluir el procesamiento de datos podríamos saber si hay una habitación que sería el probable adoratorio
.
Metodología única
Los trabajos de investigación tuvieron un presupuesto de 500 mil pesos, proporcionados principalmente por la UNAM, así como el apoyo de la iniciativa privada (del hotel Mayaland), añadió Chávez.
“Con este mínimo de recursos se trabajó durante dos años, a más de 40 grados centígrados de temperatura y con ineludibles baños de vapor dentro de la pirámide de Kukulkán. A veces no contábamos con vehículos para transportar el equipo, que pesa unos 300 kilos.
Para nosotros el proyecto ya terminó; lo bueno es que ha generado varias tesis de licenciatura y posgrado. La metodología que utilizamos es única en México y el mundo, totalmente innovadora. Ahora corresponde a los arqueólogos confirmar la existencia de la estructura, a partir de los datos que tenemos. El informe se entregó ya al Consejo de Arqueología del INAH.
Chavez también dijo que es necesaria la existencia de un programa nacional para que los especialistas en geofísica trabajen con investigadores de ese instituto en el estudio profundo de las zonas arqueológicas.