De inteligencia y oportunidad política
l hambre y el mal comer se combaten, cuando la producción de alimentos depende de la lógica neoliberal, con inteligencia y oportunidad política.
¿Quién con sentido humano no estuvo contra la elección de Donald Trump para presidente 2017-2021 de EU? No conozco a nadie que hubiera sido favorable, ni en persona ni a través de escritos en prensa mexicana, en español, francés o inglés que tuve a mi alcance en estas semanas. Pero, tras su elección, he encontrado interesantes comentarios con los que coincido totalmente, incluso desde antes del hecho consumado, cuando Trump hacía campaña atacando la globalización y los tratados de libre comercio que, como escribió el gran economista Karl Polanyi (1886-1964), consisten en una novedad histórica catastrófica.
El compañero jornalero Pedro Miguel escribe en su columna Navegaciones (La Jornada, 10/11/16) “…la súbita tendencia antiglobalizadora que está por llegar a Washignton puede ser (…) una oportunidad inesperada para reducir (nuestra) dependencia económica y política con respecto al país vecino (…) reduce en forma significativa el margen del infame acuerdo Transpacífico… Y continúa: La circunstancia sería ideal si tuviéramos de presidente a un estadista como Lázaro Cárdenas (…) Es trágico que nuestro país carezca en el momento presente de un gobierno nacional (…) capaz de aprovechar la coyuntura para recuperar algo o mucho de la soberanía perdida y salir en defensa de decenas de millones de connacionales dispersos en la geografía estadunidense y que más que nunca están en peligro (…) Aun así, el grado de distanciamiento que Trump logre imponer (…) puede y debe ser aprovechado desde los movimientos sociales y desde la oposición política para ganar soberanía”. Por su parte, en la misma edición, otro ilustre colega, Ángel Guerra Cabrera, analiza la victoria de Trump como consecuencia de la quiebra de la globalización neoliberal
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Sin duda, la vocación del neoliberalismo, que es globalizarse, integrando las economías nacionales en un poder financiero supranacional y arrasando con identidades y culturas de los pueblos, quitándoles el derecho a sus tierras naturales y, por ende, el de producir en ellas sus alimentos y crear sus mercados internos soberanos, ha creado en todos los rincones del globo malestar e incomprensión, cuando no desempleo, malnutrición, hambre y muerte. ¿Por qué un multimillonario como Trump sería sensible a esto, dado que su inmensa fortuna no puede provenir sino de las premisas del neoliberalismo? ¿Acaso sus discursos anti-TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y contra otros tratados similares fueron sólo propaganda electoral? Si así fuera, sus electores lo obligarán a cumplir las promesas de mejorar la situación al interior de su país, so pena de una desestabilización sociopolítica, pero Trump jugará sólo, en principio, la tramposa carta anunciada: crear empleos sacando a nuestros inmigrantes de aquellas tierras, de otro modo deberá traicionar a su clase y caer en otro tipo de desestabilización más grave para él y el modelo de EU.
Los mexicanos, dado que no contamos con un gobierno capaz de defender el derecho de muchos de los nuestros a trabajar en aquel país, ni siquiera en nombre del importante aporte que hacen a la economía nacional con sus millonarias remesas, debemos afrontar su regreso con inteligencia y oportunidad: recibirlos solidariamente e involucrarlos en el cambio de México, desde adentro y desde abajo, a través de movimientos sociales contra los tratados internacionales y otras medidas que han acabado con nuestra soberanía alimentaria, no sólo por la desleal competencia que nos hacen los agricultores estadunidenses, sino por la entrega de nuestro territorio a extranjeros en pos del extractivismo rapaz. Recibámoslos, si por desgracia fueran repatriados, con brigadas voluntarias que les ayuden a no añorar la american way of life y, en cambio, se comprometan con la construcción de una vía mexicana de vida, satisfactoria para cada quien y soberana para todos.
