Nueva amenaza
uevamente la amenaza se cierne sobre Ostula, comunidad del litoral del Pacífico michoacano que desde hace siete años enfrenta al crimen organizado, a las trasnacionales y a las instituciones coludidas con el narcotráfico. En esta ocasión la persecución se centra en el comandante comunitario y director de seguridad pública en el municipio de Aquila, Germán Ramírez Sánchez, quien, denuncia la comunidad, tiene por lo menos tres órdenes de aprehensión por los mismos delitos por los que fue acusado con falsedades el también comandante Cemeí Verdía.
De la mayor gravedad
califican los comuneros la situación actual en la región, luego de que Aristóteles Flores Chávez, policía comunitario de Pómaro (comunidad vecina), al mando de Germán Ramírez, también enfrenta acusaciones sin fundamento.
La comunidad nahua de Santa María Ostula protagonizó un levantamiento en junio de 2009, cuando reivindicaron su autonomía y el derecho al uso de su guardia comunitaria en defensa de su vida y territorio. En esa ocasión recuperaron más de mil hectáreas invadidas por los pequeños propietarios de La Placita, a quienes ligaron con el crimen organizado que azota a la región desde que se desató la mal llamada “guerra contra el narco”.
A partir de ese momento han pagado con 34 vidas la osadía de enfrentar a los invasores y de hacerse cargo de su seguridad. Actualmente, acusan en un comunicado, el gobierno de Michoacán se ensaña contra nuestros comandantes y policías comunitarios y la Marina Armada de México hace como que no ve nada
. En el oriente de Aquila, añaden, se reorganizan con armas de grueso calibre los ex caballeros templarios “con El Lico, El Tena, El Tuco y Chuy Playas” a la cabeza.
Ostula no es cualquier cosa. Su estratégica ubicación y sus recursos naturales, principalmente minerales, hacen que mafias, gobiernos y trasnacionales codicien el territorio. Aquí, como en los otros estados en los que opera, es evidente el fracaso del mando único policial.
Asesinatos y desapariciones han sido la constante durante siete años. El más reciente fue el 19 de julio de 2015, cuando elementos del Ejército Mexicano irrumpieron en una protesta de los comuneros y le quitaron la vida al niño Hidelberto Reyes García, caso sobre el que hasta la fecha reina la impunidad.
En Michoacán, advierten, “hay una guerra desatada por los gobiernos y los cárteles en contra de los pueblos”, razón por la que los comuneros de Ostula anunciaron que a partir del 3 de noviembre intensificarían sus acciones.
Las alarmas vuelven a sonar. Es tiempo de que sociedad y gobiernos las escuchen.