Recuerdos XXXVII
l gozo al pozo…
El México taurino se apresuró para adquirir los boletos para un festival en el que participarían Guillermo Capetillo y Rodolfo Rodríguez El Pana, sólo que, cómo lo comenté, no hubo de piña, ni de melón, ni de sandía.
¿Y eso?
En verdad que me da pena –y mucha– escribirlo, pero resulta que algunos partidarios del tlaxcalteca lo llevaron a saludar a una entusiasta aficionada, toda una dama, señora ejemplar, digna de toda clase de respetos, y no se sabe en qué condiciones llegó el ex panadero, ya que más tardó en ingresar a la casa de la señora que destrozar parte del mobiliario, así como algunas puertas, por lo que los reunidos tuvieron que sujetarlo para evitar que continuara con su locura, y según supimos, lo llevaron, bien sujeto, a la clínica donde lo habían tratado.
Y vuelta a empezar.
Pero no fue ya en la misma institución, sino en una diferente donde permaneció por un buen tiempo, y cuando salió, obvio es que las empresas le hicieron el feo
, para regocijo de sus enemigos que redoblaron presiones para alejarlo de toda clase de ruedos.
Al regresar a la vida diaria, supimos que se desempeñaba en varios humildes quehaceres, soñando, en volver a vestir de luces, lo que parecía un sueño, y sin que se supiera quién o quiénes consiguieron que Rafael Herrerías estuviera conforme en darle la oportunidad de despedirse, algo de no creerse, ya que el violento –hoy día ex empresario– nunca lo vio con muy buenos ojos.
Por el contrario.
Y se le programó para el domingo 7 de enero de 2007, tarde en la que no pude asistir al coso debido a una fuerte gripe que me había tumbado en la cama
pero, eso sí, fecha que nunca olvidaré, ya que resucitó el de Tlaxcala con faenón de amo y señor de la arena, como muy pocos matadores podrían remontarse a tales alturas, con un ritmo, una cadencia y una largueza, digno todo esto del pincel de un Pacho Flores y una escultura de Humberto Peraza, a un nobilísimo astado de Garfias, lo que le valió el reconocimiento de propios y extraños, de varias agrupaciones taurinas y hasta del entonces Presidente de la República, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, a manera de colofón y broche de oro.
Y hubo más.
A poco, la plaza de toros de Apizaco, Tlaxcala, pasó a ser bautizada
como la plaza Rodolfo Rodríguez El Pana, lo que, obvio es escribirlo, desató las iras de sus enemigos que deben haberse enfermado –todos– del hígado.
Y anexos.
* * *
¿Trataron de pararlo?
Sí, pero era imposible tapar el sol, y fue por ello que lo contrataron en la mismísima capital española, para la plaza de Vista Alegre, mano a mano con Morante de la Puebla, y vaya que impactó el manito
, el 29 de febrero de 2008, ya que llegó en calesa, para ser ruidosamente ovacionado durante el trayecto y por un trasteo de los suyos al toro Rescoldito, de la afamada ganadería de Núñez del Cuvillo.
A continuación, Francia.
20 de julio de 2014, presentación en Saint Vincent de Tyrosse, alternando con Manuel Escribano y Paco Ureña, con toros de Rehuelga, donde –según crónicas que de allá me llegaron y que no sé dónde habrán quedado–, la gente se entusiasmó con su personalidad y su manera de interpretar el toreo, por lo que fue convocado para tomar parte en un programa de radio.
Y hubo más.
El Pana también toreó en Ecuador, donde alcanzó tesitura
de altos vuelos, tanto que los aficionados se le entregaron, y cuando le dijeron que deseaban fotografiarse con él, no sólo aceptó y les dijo –con aquella solera
que tenía– con todo el grupo acepto y si quieren uno por uno, también.
Y nada más.
* * *
Mayo 2, 2016.
El motejado como El último romántico de la fiesta, a los 64 años de edad firmó para torear en la plaza de toros de Lerdo y a las primeras de cambio, el astado Pan Francés, de la ganadería de Guanamé, lo empaló de fea manera, cayendo Rodolfo de costado y al ser atendido en la enfermería se diagnosticó que presentaba una severa lesión en la médula espinal, por lo cual quedaría incapacitado para moverse.
Y entre una cosa y otra y mil dimes y diretes, el 2 de junio se fue quien tanta huella ha dejado, que levantó pasiones al por mayor, que tuvo un cúmulo de partidarios y, a la vez, un crecido número de enemigos, lo que suele sucederles a quienes mucho valen.
Como él.
(AAB)