Llevamos dos años de incertidumbre, dolor y tristeza, dicen
Martes 27 de septiembre de 2016, p. 7
Han sido dos largos años de ausencia, de ignorar su paradero; 731 días que 43 butacas han permanecido vacías en la Normal Rural de Ayotzinapa. Dos años de esperar justicia, de incertidumbre, tristeza y desolación. Pero a la vez de coraje, de resistencia y de búsqueda incansable. ‘‘No vamos a parar hasta encontrar con vida a nuestros hijos’’.
Madres y padres de los estudiantes desaparecidos, acompañados por miles de personas, llegaron anoche hasta el Zócalo de la Ciudad de México para traer a la memoria los hechos que conmovieron a México y que tuvieron eco en el mundo. Para recordar que justo hace dos años sus hijos no están a su lado.
También, que durante un ataque contra los jóvenes, la noche del 26 de septiembre de 2014 y la madrugada del 27, por parte de policías y presuntos integrantes del crimen organizado, 43 fueron víctimas de desaparición forzada y tres más asesinados, al igual que otras tres personas. Y, con firmeza, resumieron sus demandas en tres palabras: justicia, castigo y verdad. Exigencias que han mantenido desde el primer día.
Miles de personas respondieron a la convocatoria de los familiares para marchar del Ángel de la Independencia al Zócalo para conmemorar el segundo aniversario de estos hechos ‘‘marcados por la impunidad, la mentira y la obstrucción de la justicia’’. El lema en esta ocasión fue ‘‘43 Motivos de Lucha’’.
Todas esas voces inundaron las calles de la capital y se unieron en una sola para gritar varias consignas: ‘‘Vivos se los llevaron, vivos los queremos’’, ‘‘ni perdón ni olvido’’ y particularmente una, que tenía como receptor al titular del Ejecutivo federal: ‘‘Fuera Peña’’, se leían en muchas de las pancartas y en los gritos que eran reflejo del hartazgo ante la crisis que se vive en el país.
La lluvia amenazaba, pero eso no fue obstáculo para que desde las tres de la tarde miles de trabajadores sindicalizados, estudiantes universitarios e integrantes de organizaciones sociales comenzaran a congregarse en las inmediaciones del Ángel de la Independencia. Una hora y media después ya eran miles los que iniciaron la caminata, encabezada por los padres y madres de los 43 desaparecidos, quienes llevaban las fotos de sus hijos sobre el pecho.
La ciudadanía arropó y dio muestras de solidaridad a los familiares: ‘‘No están solos, no están solos’’, era la consigna unánime. En su ruta hubo dos escalas: la primera frente a la sede de la Procuraduría General de la República, donde exigieron que esa dependencia ‘‘haga ya justicia’’; la segunda, en el llamado antimonumento a los 43 (en Reforma y Bucareli), donde se dio el pase de lista.
La magnitud de la marcha rememoró aquellas que se daban, una tras otra, en los primeros meses de sucedidos los hechos. No sólo por el número –los organizadores calcularon más de 30 mil personas–, sino por la emotividad y airados reclamos de los asistentes. Hoy, cuando la vanguardia del contingente ingresaba por la calle de Cinco de Mayo, a unas cuadras del Zócalo, le retaguardia apenas rebasaba la glorieta de Cristóbal Colón.
Tras casi dos horas de marcha, los primeros contingentes llegaron a la Plaza de la Constitución. Los manifestantes se ubicaron en el circuito que rodea al Zócalo, pues una vez más la plancha estaba ocupada por grandes carpas, en esta ocasión para recibir la Semana de la Ciencia y la Tecnología. Por ello, el templete se tuvo que montar a unos pasos de la Suprema Corte, en la calle José María Pino Suárez.
Fueron nueve los oradores: tres madres, tres padres, dos estudiantes normalistas y el vocero de los familiares. En su conjunto, las intervenciones se basaron en los siguientes puntos: presentación con vida de los 43 normalistas; que no haya más desaparecidos en el país y respeto a los derechos humanos; cumplimiento a las recomendaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; castigo a los responsables, y apertura de nuevas líneas de investigación.
Todos los discursos fueron duros, pero las madres resultaron contundentes. ‘‘Ya no queremos saber nada de verdad histórica; queremos a nuestros hijos. No más mentiras’’, enfatizó Joaquina García, madre del normalista desaparecido Getsemany. Carmelita de la Cruz fue quien recordó que han sido dos largos años de ausencia, enorme dolor y también de rabia.
En punto de las ocho de la noche, ‘‘hora en que hace dos años comenzaba el ataque contra los normalistas’’, concluyó el mitin. Para ello, los miles de manifestantes entornaron el himno Venceremos y al final iniciaron una cuenta sucesiva del uno al 43, para rematar con el grito que fue la demanda central: ‘‘¡Justicia!’’