La historia del grupo independentista vasco está presente en el festival de San Sebastián
Podemos empezar a hacer el primer borrador de qué pasó realmente
, según el documentalista británico Justin Webster
A cinco años de que depuso las armas se vive una guerra de relatos
Sábado 24 de septiembre de 2016, p. 7
San Sebastián.
Pocos temas fueron tan relevantes en la historia reciente de España como la violencia del grupo independentista vasco ETA. Paradójicamente tuvo que llegar la paz para que esto se reflejara en el cine, donde era tabú.
A pocas semanas del quinto aniversario del fin de la actividad armada del grupo, el próximo 20 de octubre, ETA está presente en el festival de cine de San Sebastián con la presentación de un documental sobre su ocaso y la reproyección de películas sobre el conflicto.
Emocionalmente, la paz se ha establecido suficientemente para contar honestamente la historia
, explica el documentalista británico Justin Webster, director de El fin de ETA, presentado en San Sebastián entre aplausos y carteles de entradas agotadas. Ahora podemos empezar a hacer el primer borrador de qué pasó realmente
, añade.
Pocas películas
La filmografía relativa al grupo armado, al que se atribuyen 829 muertos en 40 años de lucha armada por la independencia del País Vasco y Navarra, es para muchos limitada. Se han hecho pocas películas tomando en cuenta la importancia que ha tenido en cuatro décadas en la vida de mucha gente
, lamenta el director vasco Imanol Uribe, una excepción en el panorama cinematográfico español.
Su primer largometraje, El proceso de Burgos (1979), versaba sobre el último juicio a etarras durante la dictadura de Francisco Franco. Desde entonces, esta historia me persigue en casi toda mi obra
.
En la última, Lejos del mar (2015), relata el romance entre la hija de una víctima de ETA y el asesino de su padre. La estrenó con normalidad, a diferencia de lo que ocurría en las décadas de 1980 y 1990. A pesar de ganar la Concha de Oro de San Sebastián y ocho premios Goya, Días contados (1996) es recordada todavía por la gran polémica suscitada al retratar humanamente a integrantes del grupo armado.
Ahora parece que es más fácil abordar el tema; en ese momento era más complicado
, comenta Uribe.
Bien lo sabe Julio Medem. En 2003 estrenó el documental La pelota vasca, llamada al diálogo abordando el conflicto desde perspectivas muy diferentes, desde víctimas de ETA hasta familiares de los presos.
Ahora la cinta se considera un referente, pero en su momento Medem sufrió intentos de censura en San Sebastián, trabas de los exhibidores y acusaciones de simpatizar con la banda armada.
Me cayó una gorda
, recuerda en San Sebastián 13 años después de su estreno en este festival. Ahora, el certamen la incluyó en el ciclo The Act of Killing, reflexión sobre cine y violencia con varias películas vascas.
En ese momento utilizar la palabra diálogo ya te ponía en el bando de los filoetarras
, explica. No todo es blanco y negro, hay colores, hay muchos colores (...) Pero no interesó escuchar esos colores.
ETA era un cierto tabú
del cine español. Por un lado, cualquier matiz a la posición gubernamental opuesto a cualquier discusión sobre sus reinvindicaciones implicaba una feroz ola de críticas y, por otro, el entorno etarra “se encargaba de darte avisos: ‘a ver qué cuentas’”.
Abanico de propuestas
Pero terminada la violencia, surgió un amplio abanico de propuestas: desde documentales históricos como 1980 o Al final del túnel hasta thrillers como Lasa y Zabala (dos etarras asesinados por un comando paramilitar del Estado), dramas como La hija del mar o incluso comedias como Negociador.
Ahora se está produciendo una guerra de relatos en el cine. ETA ha dejado de matar y queda por ver cómo queda escrita la historia
, explica Santiago de Pablo, el historiador de la Universidad del País Vasco, quien publicará un libro sobre el tema.
Una de las producciones más controvertidas es el documental Asier ETA biok (Asier y yo), en la que el director Aitor Merino retrata a su amigo de la infancia, encarcelado ocho años en Francia por pertenecer a la banda armada. Con estética de video familiar e incluso pinceladas cómicas, Merino plantea al espectador preguntas espinosas: ¿cómo ese amigo bonachón puede ser un terrorista?, ¿se puede ser amigo de un terrorista?, ¿qué lo lleva a unirse a ETA? Nos gusta el cine que incomoda, que cuestiona tus principios
, explica. Si ETA siguiera atentando, la película habría salido adelante igualmente, pero más contextualizada y sin el tono humorístico
.