Alepo.

El ejército sirio anunció este lunes el fin de la tregua que comenzó el 12 de septiembre en virtud del acuerdo ruso-estadunidense, con lo que se reanudaron los bombardeos aéreos y de artillería en la ciudad de Alepo, principalmente en los barrios controlados por grupos rebeldes.

Reportes apuntan que 32 civiles murieron durante los bombardeos lanzados contra Alepo y su provincia circundante, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres. Seis civiles, entre los cuales había un niño, murieron también, mientras en el este de la provincia otras 22 personas perecieron.

La Organización de Naciones Unidas informó que durante el ataque fue alcanzado un convoy de ayuda humanitaria compuesto por 18 camiones en la localidad de Oren al Kubra. Al menos 12 personas murieron, entre ellos los conductores de los vehículos y personal de la Media Luna Roja, organización humanitaria siria.

En un comunicado de prensa emitido por la agencia de noticias siria Sana, Damasco anunció el fin del cese del fuego y acusó a grupos rebeldes de no respetar ninguna de las disposiciones del acuerdo, además de señalar que se suponía que la tregua debía ser una verdadera oportunidad para terminar con este baño de sangre, pero los grupos terroristas armados incumplieron este acuerdo.

El presidente sirio, Bashar Al Assad, calificó el ataque perpetrado el sábado pasado por la coalición liderada por Estados Unidos contra sus fuerzas en la ciudad oriental de Deir Ezzor, como una flagrante agresión ya que cada vez que el Estado sirio avanza sobre el terreno en el proceso de la reconciliación nacional, los estados que nos son hostiles aumentan su apoyo a las organizaciones terroristas. Y el último ejemplo es la flagrante agresión estadunidense a una posición del ejército sirio en beneficio de Daesh (acrónimo en árabe del grupo islamita Estado Islámico), agregó.

Un vocero del Ministerio de Defensa británico confirmó la participación de Reino Unido en el bombardeo contra el ejército sirio el fin de semana.

La tregua fue pactada en Ginebra entre el secretario estadunidense de Estado, John Kerry, y el canciller ruso, Serguei Lavrov.