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41 Festival Internacional de Cine de Toronto
Extremos del melodrama
T

oronto. Una sorpresa agradable resultó la producción británica Their Finest, sexto largometraje de la realizadora danesa Lone Scherfig. Situada en Londres en 1940, la película se centra en Catrin Cole (Gemma Arterton), atractiva mujer contratada como guionista por el Ministerio de Información para las películas que se producen en su división cinematográfica, bajo la misión edificante de levantar la moral del público británico durante la Segunda Guerra Mundial.

Si bien Catrin dice estar casada con un pintor, su relación profesional con el principal guionista de la oficina (Sam Claflin) se va tornando romántica durante el rodaje de una película escrita por ambos, sobre un par de hermanas gemelas que participan en el rescate de soldados varados en Dunquerque, un hecho exagerado de la vida real.

Scherfig aborda el melodrama con suma delicadeza, dejando que la historia de amor se desarrolle sin trampas ni resortes obvios. El destino trágico de la misma obedece a una casualidad bien planteada, como consecuencia de la guerra. La mesurada interpretación de Arterton confirma la versatilidad de la actriz y sólo Bill Nighy, en el papel de un vanidoso actor de capa caída, se roba todas las escenas en las que aparece.

Además, Their Finest es un sutil homenaje al cine y su capacidad de conmover. Cuando la protagonista ve finalmente el filme de propaganda terminado, comprueba su efectividad sentimental cuando ve que los espectadores se emocionan y lloran a lo largo de su proyección.

Quien ha abusado de las reglas del mismo género, es el veterano Víctor Gaviria con La mujer del Animal. Conocido por sus memorables retratos de la juventud colombiana lumpen en Rodrigo D. no futuro (1990) y La vendedora de rosas (1998), el cineasta sitúa su relato nuevamente en su natal Medellín, en este caso en el cinturón de miseria que rodea a la ciudad.

La protagonista, Amparo (Natalia Polo), es una chica de 18 años que huye de su escuela de monjas para refugiarse con su hermana, quien vive con su marido en una favela. Para su desdicha, un hombre llamado Libardo (Tito Alexander Gómez), apodado El Animal, se fija en ella y al día siguiente la alcoholiza, la viola, la secuestra y la encierra en una choza, obligándola a trabajar sin darle de comer. La cosa se pone peor.

Por desgracia, el guión del propio Gaviria no permite que ese retrato del brutal macho latinoamericano adquiera otro matiz fuera de la vileza integral. Corpulento y de mirada torva, Libardo se gana a pulso su apodo pues, además de martirizar a Amparo, es un criminal del barrio que viola a otras adolescentes locales, participa en asaltos y asesina a vecinos. Es un villano que pide a gritos su ajusticiamiento, a cumplirse de manera inexorable por las reglas del melodrama.

Así, La mujer del Animal se vuelve monótona y demostrativa en su afán de describir una cultura misógina. Cada diálogo de Libardo, rematado por las groserías malparida e hijaeputa, es la promesa de una canallada y Amparo resulta un personaje demasiado pasivo, aún bajo el condicionamiento social que la ha vuelto una víctima.

Ya en sus últimos días, el TIFF denota la partida de gran número de los acreditados. Sólo los locales siguen asistiendo a las diversas funciones en multitudes. Hasta ahora, los títulos que más popularidad han gozado –a juzgar por las largas colas previas a su exhibición– son La La Land, de Damien Chazelle, y Jackie, del chileno Pablo Larraín. De la primera, incluso se añadieron dos funciones más de prensa e industria para cubrir la demanda. Es muy probable que gane el premio del público.

Twitter: @walyder