a actitud amenazante de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) es insólita. Ha habido obispos levantiscos de uno y otro color pero una actitud global de la propia CEM no se veía desde fines de los 50, con la imposición del libro de texto gratuito. Sus expresiones verbales son insolentes. Insultan al Presidente en lo personal; hablan de una puñalada por la espalda
y de una traición de Peña Nieto
, sugiriendo que antes habían convenido en pacto ilegal y lanzan convocatorias incendiarias. La arquidiócesis primada, en su semanario Desde la Fe ilustra para qué sirve el ano con el más sucio lenguaje, soez e irrespetuoso, indigno de un cardenal.
Metiendo sus narices donde no caben, hacen juicios políticos sobre decisiones de Estado y sus leyes torciendo los hechos. Truenan contra los matrimonios igualitarios, pero se abstienen de decir que se refieren a los enlaces civiles; esto es, los que están fuera de su esfera. Si la Iglesia no quiere celebrar bodas religiosas entre homosexuales, que ésa sí es su esfera, nada exige que las realicen. Soslayan decir que la resolución de la SCJN y la iniciativa presidencial fundamentan un derecho, nunca establecen una obligación.
Algunos analistas opinan que siendo un amplio sector de la Iglesia de filiación ultraconservadora, simplemente está haciendo lo que cree que es su tarea y que es el gobierno el que, desde muchos años atrás, ha sido omiso en exigir el orden que tan bien definen la Constitución y las leyes. Y es verdad que desde décadas atrás se sostuvo la quietud, complacencia y connivencia del clero con base en concesiones extralegales y dádivas económicas, ambas vergonzantes.
En México existen cuatro cardenales, 18 arzobispos, 100 obispos, 18 mil sacerdotes y quizá un número semejante de seminaristas en 145 seminarios. Según esa corporación, uno de sus deberes es la custodia de la moral, pero en esa mesiánica cruzada quieren arrastrar al mundo. Ahora incitan al Frente Nacional por la Familia, creado ad hoc apenas en mayo e imitando al papa Alejandro VI, quien dividió en dos al mundo. Ellos creen su deber arbitrar entre lo bueno y lo malo.
La Conferencia del Episcopado Mexicano es el máximo órgano colegiado de los obispos, el que por hoy está enfrentado con el arzobispo primado de la Ciudad de México, Norberto Rivera, quien a dos pasos de su jubilación, llegado a la edad límite, y después de 20 años en ese puesto, se dice que ha alentado la gresca presente para parecer indispensable ante el Vaticano. En verdad muchos quieren sucederlo.
Como es natural, en estos enredos se establecen hipótesis sobre que el movimiento tiene su origen en Roma, que la inspiración viene de allá, lo que es poco creíble dada la clara postura del Papa. A desmentir esa idea y contrastando con la CEM, sale lúcidamente, en respeto al libre albedrío, el presbítero David Fernández, de la Compañía de Jesús. Rescata lo más brillante del discurso papal a favor de la tolerancia hacia homosexuales ( Reforma, 19/8/16). Es nada menos que rector de la Universidad Iberoamericana.
La representación vaticana está vacía desde abril; el nuncio anterior, Christophe Pierre, fue trasladado a Washington, es amigo del Papa, y el nuevo, Franco Coppola, llegará hasta fines de septiembre, así que los ratones andan sueltos. El nuncio Coppola viene de serlo en varios países africanos y se supone que una de sus tareas sería, lo que no han podido hacer otros, poner en orden a la Iglesia local. Un grillero irresponsable, que junta a sus convicciones góticas con una vulgar lucha por el poder.
Todo este barullo no pasaría de ser un enredo entre sotanas y Peña Nieto si no fuera una amenaza contra la paz pública. Ni el país ni el Presidente tienen empujes sobrados para enfrentar un movimiento desestabilizador que para nada necesitamos. Es cierto que el clero arcaico tiene muchos seguidores, parte del empresariado ultra, y que es capaz de montar una rebeldía más que preocupante. Para nada debe desdeñarse este hecho. Es una alarmante amenaza definitivamente. El clero debe entender que el tema es cosa juzgada, no por Peña Nieto ni por el Poder Legislativo. Es la SCJN la que ya lo sancionó. No hay paso atrás; la tienen perdida, tanto como ganada por las parejas igualitarias.
El Presidente habrá de idear cómo salir de esta vorágine para que no se lo trague y explicar sus criterios este próximo 1º de septiembre. Hoy ya se suman a la vorágine la CNTE, Tanhuato, Nochixtlán, Ayotzinapa, Tlatlaya, la violencia generalizada y otros dulces asuntos como la economía en picada.