Escenarios temibles
n el horizonte de la vida mexicana predomina la incertidumbre. El gran tema, como en 1910, es la sucesión presidencial. Hoy la multiplicación de los problemas y el agotamiento de un sistema que no llega a ser democracia cabal, sino una semidictadura reblandecida por la corrupción. Los factores políticos y la parte mejor informada de la población miran hacia el 18 pensando en el cambio de gobierno. Lo malo es que sólo los muy ingenuos confían en la autenticidad de los comicios. Hemos visto todas las trapacerías, fraudes y engaños.
He conversado con observadores y analistas, he participado en talleres de prospección: al intentar imaginar el futuro inmediato del país nos quedamos con estupor y angustia. Es muy difícil construir escenarios. Podemos ser optimistas y pensar que vamos a salir bien en el 18. Hablaré de esto en otra ocasión. No podemos negar la posibilidad de una catástrofe, entendida como un colapso político capaz de generar destrucción. El hecho detonador es la caída del actual gobierno. Alcanzo a ver 2 desenlaces catastróficos:
1) Un golpe militar. Podría darse como respuesta a una demanda generalizada de contener la descomposición y el desorden cada vez mayores. El Ejército tiene coherencia, centraliza el mando y puede imponer la disciplina. También puede ser un golpe preventivo para que no llegue un presidente progresista, como se intentó, por fortuna sin éxito, en España en 1981. Como sea, un golpe militar no es la solución, es un desastre; nos expondría a una guerra civil, a la represión salvaje, pérdida de libertades, exilio masivo, intervención estadunidense.
2) La resistencia civil generalizada con filos de violencia desorganiza al país y obliga al gobierno a renunciar. El movimiento magisterial debe ser observado con mucho cuidado. No sólo como fenómeno gremial, sino como principio de resistencia civil que puede generalizarse. Las autoridades sin imaginación y sin rectitud apostaron al desgaste y alentaron la irritación ciudadana contra los maestros; sin embargo, el gobierno está derrotado. La rebelión
se extendió a 23 estados. De modo creciente miles de personas de todos los sectores de la sociedad nutrieron y respaldaron marchas y bloqueos y empezaron a tejer la solidaridad.
Este fenómeno puede repetirse y ampliarse, porque las causas del hartazgo social se incrementan día a día y porque no hay una solución inteligente o novedosa. Un movimiento social de resistencia desataría formas distintas de violencia, podría haber represión en gran escala y hasta un golpe militar para contenerlo. No deseamos la catástrofe y podría haber otros desenlaces más benignos, pero no podemos cerrar los ojos ante el peligro.
Twitter: @ortizpinchetti