El rock se pone al servicio de la poesía en el disco compacto Poemas musicalizados, con el que un colectivo de jóvenes músicos rinde tributo a tres de las más insignes figuras de la lírica nacional: Octavio Paz, José Revueltas y Efraín Huerta.

Este material sonoro, presentado la noche del miércoles pasado en la Fonoteca Nacional, se debe a una iniciativa de alumnos y egresados de la Escuela Del Rock a la Palabra, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, para recordar y reconocer el legado de esa tríada de autores, con motivo de los centenarios de sus respectivos nacimientos, cumplidos en 2014.

Editado por la mencionada dependencia capitalina y de distribución gratuita, el álbum propone una perspectiva diferente de aproximarse al hecho poético, por medio de nueve poemas a los que se enriqueció con sonidos de diferentes tesituras y ritmos que van de lo delicadamente sutil hasta lo descaradamente energético, como el rock, el funk, el hard rock y la música electrónica.

La mayor parte del disco se reparte entre Octavio Paz y Efraín Huerta, con cuatro textos cada uno. Del primero se musicalizaron los poemas Niña, Viento, Antes del comienzo y Espiral, mientras del segundo Absoluto amor, El retorno, Eres y La rosa primitiva. De José Revueltas se incluye Soy un sueño.

La presentación de este material consistió en una velada poético-musical en la que las bandas y músicos participantes en el proyecto interpretaron seis de los temas del disco, además de que fueron leídos algunos poemas de los vates en cuestión.

El rebelde, el enamorado y el universal

En ese acto estuvieron presentes dos de los hijos de Efraín Huerta, Raquel y David, así como Olivia y Julio Revueltas, hija y nieto de José Revueltas, pianista ella y guitarrista aquél.

A manera de proemio, el secretario de Cultura de la capital del país, Eduardo Vázquez Martín, destacó que esta grabación es un remanente del homenaje que el gobierno de la ciudad rindió en 2014 al rebelde José Revueltas, el enamorado de la ciudad Efraín Huerta y al poeta universal Octavio Paz con motivo de la mencionada efeméride.

Recordó que se buscó que no fuera una celebración de bronce, de monumentos ni homenajes retóricos, sino una invitación a leerlos, a encontrarse o rencontrarse con su obra y a enamorarse de ella.

Reconoció, en ese sentido, las diferentes lecturas y reinterpretaciones propuestas por el colectivo de artistas de la Escuela del Rock a la Palabra, en las que poesía y música, sostuvo, se rencuentran de manera afortunada.

También antes de la parte artística, el director de la escuela, el roquero Guillermo Briseño, ponderó que este tributo musical a los tres grandes poetas se debe de forma exclusiva al mencionado colectivo de egresados y estudiantes, y aclaró que la poesía no sólo es una de las materias en ese centro de enseñanza, sino que los textos de Huerta funcionan en su clase como libros de texto desde hace 10 años.

Recalcó que, si bien la palabra y la música son inherentes entre sí desde épocas ancestrales, musicalizar la poesía es muy difícil, una tarea cuesta arriba, y recordó el profundo enojo que un amigo roquero suyo causó al chiapaneco Jaime Sabines por hacer una canción a partir de uno de sus escritos y cambiarle los acentos y la entonación.

Los muchachos (de la Escuela del Rock a la Palabra) tomaron un gran riesgo al hacer esto. Fue una enorme oportunidad para todos de aprender muchas cosas; por ejemplo, yo no conocía muchos de los poemas de Revueltas, dijo.

Es un enorme placer y un desafío que los chicos se acerquen a la poesía para hacer música, que no se pierda esto que alguna vez los jóvenes de este país hicieron. No es la primera vez que la música se acerca a la poesía, lo que pasa es que se ha distanciado y cada vez la música de rock se pone más tonta.