Río de Janeiro.

En tiempos de tecnología e Internet es difícil guardar secretos, pero los organizadores prometen que hoy habrá sorpresas en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río, una fiesta que será ciento por ciento brasileña, con un costo de alrededor de 21 millones de dólares, cerca de la mitad de lo desembolsado hace cuatro años en Londres.

Si hay algo seguro es que esta justa romperá una tradición: la ceremonia de apertura, incluido el encendido del pebetero, no se efectuará en el estadio olímpico donde se disputarán las pruebas de atletismo, el Engenhao. El escenario será el Maracaná.

Dos ensayos generales realizados en los recientes días –filmados, fotografiados y divulgados por sus participantes pese a la prohibición de los organizadores– revelaron que la fiesta tendrá todo lo que hace que Brasil sea Brasil.

Las especulaciones siguen en en torno a un asunto clave: ¿Quién encenderá el pebetero? Todo apuntaba a que sería Pelé, quien llegó a confirmar que fue invitado para tener ese honor, pero según la prensa local habrían surgido problemas con las marcas que patrocinan al astro, que tal vez le impidan dar el puntapié inicial de la cita deportiva.

Otro rumor surgido de filtraciones clandestinas de la ceremonia es que el mejor tenista de la historia de Brasil, Gustavo Guga Kuerten, será uno de los que ingresen al Maracaná con la antorcha olímpica.

La festividad tendrá la fastuosidad de los desfiles del carnaval carioca: la música icónica de Garota de Ipanema de Tom Jobim y Vinicius de Moraes, una espectacular quema de fuegos artificiales y la alegría de los ritmos provenientes de cada rincón del país.

El Amazonas también estará presente entre los tres grandes temas del acto, reveló el productor Abel Gomes: Somos el último jardín natural del mundo.

Luego habrá referencias a la diversidad étnica, cultural y religiosa de Brasil, para terminar con la alegría de vivir, aunque no faltará el miedo de las actuales autoridades, en este caso del presidente Michel Temer, de ser blanco de los abucheos con que los brasileños han avergonzado a sus mandatarios cuando los ojos del mundo están puestos en el país.

En contrapartida, habrá dos grandes ausentes: el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y su sucesora, la hoy presidenta suspendida Dilma Rousseff.