Fueron más de 12 horas de heavy metal para unos 50 mil asistentes
Lunes 25 de julio de 2016, p. a14
Épica, Ghost, Twisted Sister y Rammstein configuraron un cierre cañón del Festival Hell and Heaven 2016, en la curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, el pasado sábado, ante más de 50 mil espectadores, seguidores de los cambios de ritmo, del acelere melódico, de las letras oscuras o míticas, del fuego y del juego, hasta la una de la mañana del ya domingo.
Fueron 12 horas de batacazos, estridencias y sus contrapartes, del contrapunto, de la velocidad en el diapasón, de hacer un picnic en cualquier parte de ese terreno, semiprotegido con alfombras, para no maltratar el pasto. Los árboles fueron apoyo para quienes mezclaron cerveza y mezcal, y ya ni quien se asuste si alguien fuma mota. ¿Quien tiene yerba? ¡Me urge!
, clamó un chavo al oír los primeros acordes de la presentación de Twisted Sister, grupo estadunidense de glam metal, formado en la ciudad de Nueva York en 1976, que está de gira de despedida. El cantante, y quien da personalidad a la banda, Dee Snider, lo dijo reiteradamente, que se iban para siempre, ante gritos de ¡no! de quienes han hecho suya ¡Quiero rock!, una rola-grito. Fue la nostalgia adelantada. Habrá que esperar.
Reunieron frente a su escenario a más gente que todos los demás grupos. El acabose fue con su éxito We’re Not Gonna Take It.
Miles de los asistentes iban por un grupo: Ghost, banda sueca poderosa, versátil, cuyos integrantes salen a tocar con máscaras, lo que proyecta un rollo más heavy. Papa Emeritus II y sus Nameless Ghouls (demonios sin nombre) emocionaron con su extravagancia, su sonido brillante, sus estertores, apoyados en las canciones de su disco Meliora.
Se fueron estos grupos entre aplausos y el final, a eso de las 00:30 horas, fue con Rammstein. El personal ya estaba muy cansado y grupos de chavos ni se enteraron de que la fiesta ya había acabado. Dormían en bola, beodos y cansados tras más de 12 horas de metal.
El paisaje después de la batalla: el ejército escoba limpiando, recogiendo miles y miles de vasos de cerveza, echando tierra a los sanitarios portátiles. ¿Por qué no se extiende el servicio del Metro cuando hay concierto?, preguntaron algunos ya sin varo. Los taxistas se dejaban pedir hasta 450 pesos por una dejada a Iztapalapa.