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Podría ser voluntaria la próxima etapa de la evaluación docente: Sylvia Schmelkes

La reforma educativa, como se aplica, puede no ser la que se requiere, reconoce el INEE
 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de julio de 2016, p. 6

A pesar de reconocer que la reforma educativa tal como está aprobada pudiera no ser la que requieren el país y el magisterio para alcanzar una educación de calidad, Sylvia Schmelkes del Valle, presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), sustenta su rechazo a una modificación legislativa de fondo, porque llevaría mucho tiempo y podría generar cosas que ni siquiera están previstas.

En entrevista con La Jornada, anunció que entre las medidas que podrían aplicarse a la próxima etapa de la evaluación del desempeño –contemplada para noviembre– está cambiar su naturaleza para hacerla voluntaria.

Reconoció que ante una revisión global de los procesos de evaluación, algunas modificaciones podrán llevarse a cabo de forma inmediata, pero muchas se tendrán que ir programando para años futuros.

Sin embargo, no descartó que el calendario de evaluaciones pueda recorrerse un poco, aunque aclaró que el proceso contemplado para finales de este año debe, por ley, realizarse a más tardar en febrero de 2017.

Agregó que los ejes de la revisión de los procesos de evaluación docente serán: pertinencia, contextualización y amabilidad en el trato que se dé a los maestros.

–Con todos los cambios que debe enfrentar la evaluación docente y las resistencias que enfrenta la reforma educativa, ¿cuál es su balance?

–Me parece que hemos aprendido del proceso. A lo mejor se hubiera podido considerar antes de emitir las leyes, cuáles podrían ser los diferentes escenarios de sus consecuencias. Eso es algo que no se hizo, y ahora estamos aprendiendo como consecuencia del proceso. Así se aprende en la vida: es un ensayo y error. Lo que hay que hacer es corregir.

–¿Es oportuno replantear la legislación educativa?

–Hay cosas que se podrían mejorar de la ley; toda norma es perfectible. Pero creemos que en este momento el ejercicio se tiene que centrar en que se puede hacer sin la necesidad de modificarla, porque si nos metemos a eso es un proceso que puede tardar muchísimo tiempo, además puede dar como resultado cosas que no están ni siquiera previstas.

Sin descartar la posibilidad de que tenga que ser modificada en algún momento, trabajamos sobre la hipótesis de que esto no es necesario. En la revisión vamos a trabajar sobre lo que se puede hacer en el marco de la ley.

–¿Por qué no replantearla ante la creciente inconformidad y las fallas en procesos claves como la evaluación?

–Lo hemos considerado, porque además es un reclamo explícito del magisterio, pero la decisión que hemos tomado es que hay un margen muy amplio para corregir. No vamos a trabajar sobre la hipótesis de que tenemos que cambiar la ley.

Hay cosas que consideramos irreductibles de la reforma, pero también creemos que la evaluación tiene que servir para mejorar, porque hasta la fecha lo que tenemos es evaluación, evaluación y evaluación, y todo lo que debe derivarse de ella, sobre todo a nivel de formación y apoyo para la escuela, no está fluyendo, particularmente a partir del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela.

–¿Es factible la suspensión de la reforma educativa?

–Sería de la opinión de que no se suspendiera, porque si ocurre es posible que se pierda. Creo que México sí necesita una reforma de la educación. El riesgo de que se pierda por efecto de la suspensión, es muy alto.

–¿La reforma educativa vigente es la que el país y el magisterio requieren para alcanzar la calidad de la educación?

–Se pueden hacer muchas cosas dentro de la ley que pueden hacer ver que sí puede ser la reforma, pero como se está leyendo ahora, e incluso cómo se está aplicando en algunos casos, puede no ser la reforma que necesite el magisterio, y eso es lo que nos están diciendo los maestros, así no.

Schmelkes del Valle reconoció que la única forma de saber cómo se desempeña un maestro es observándolo en el aula, pero cuando metimos números y sobre todo logística, implicaba capacitar evaluadores que fueran capaces de evaluar a los maestros en el aula, y no una vez, sino varias, y no un solo capacitador, sino al menos dos. Cuando confirmamos esto, vimos que no era posible, por eso diseñamos instrumentos cualitativos.