La cinta silente fue restaurada por la Filmoteca de la UNAM
Domingo 19 de junio de 2016, p. 8
Uno de los tres largometrajes silentes de ficción que sobreviven actualmente es El puño de hierro (1927), recientemente reconstruido en su relato y restaurado fotoquímica y digitalmente, a partir de escenas sueltas con alto grado de deterioro y descomposición, gracias a la colaboración que, desde 2013, realizan la Filmoteca de la UNAM y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas en pro del rescate del periodo de cine silente mexicano.
El puño de hierro, tercer y último largometraje de Gabriel García Moreno, aborda de manera abierta y desenfadada el tema de la adicción a la heroína, combinando aventuras de bandidos encapuchados, de un niño detective y el ambiente de un picadero de heroína. Este filme se exhibirá en el 30 Festival il Cinema Ritrovato, uno de los certámenes más importantes del mundo en materia de cine recuperado, rescatado y restaurado, donde se presentan materiales de distintas filmotecas. En esta edición, México, a través de la Filmoteca de la UNAM, es el único país de Latinoamérica invitado a esta fiesta del cine.
Con empresarios orizabeños, García Moreno planeó la creación de una compañía productora de películas cinematográficas, el Centro Cultural Cinematográfico, que se estableció en la ciudad de Orizaba. La empresa contaba con un estudio cinematográfico y un laboratorio para revelado.
Ahí se filmaron varios documentales, cortos cómicos y los tres largometrajes de García Moreno: Misterio (1926); El tren fantasma (1926) y El puño de hierro (1927). La difícil situación económica que se vivía en Veracruz probablemente terminó con las expectativas de la compañía cinematográfica y para el mes de noviembre, cerraba definitivamente sus puertas.
Pocas películas de argumento del periodo silente han sobrevivido al paso del tiempo y entre ellas las dos dirigidas por García Moreno: El tren fantasma y El puño de hierro.
74 rollos
Al quebrar la empresa que produjo esas películas, el Centro Cultural Cinematográfico, dirigido por el propio García Moreno, dejó las películas en manos de quien fungía como el tesorero de la empresa, William Mayer. La familia Mayer se mudó de Orizaba a la Ciudad de México y conservó las latas de las películas, quizá serían 74 rollos. Y fue gracias a la audacia de un joven de 15 años, que los filmes se salvaron de ser convertidas en pegamento para los sobres de la correspondencia, al esconderlas por algunos años entre los estantes de la empresa. Con el tiempo este joven se convertiría en el historiador Aurelio de los Reyes (premio Jean Mitry 2013), quien finalmente los depositó en la Filmoteca de la UNAM.