Sábado 11 de junio de 2016, p. 7
Si usted no ha visto este video, se está perdiendo de algo único:
Se trata del cuarteto de cuerdas hamburgués Salut Salon, integrado por la violinista Angelike Bachman, quien fundó este ensamble, que comenzó como dúo con la también violinista Iris Siegried y en 2008 se unieron la pianista Anne-Monika von Twardowski y la violonchelista Sonja Lena Schmid.
Cuatro instrumentistas alemanas de primerísimo nivel mundial. Cada una de ellas podría ser primer atril de, digamos, la Filarmónica de Berlín, sin discusión.
En el video cuyo link está aquí arriba, ellas presentan la zona más amable del arte de la música: el humor, el desenfado, la alegría y el gozo.
Se sueltan el pelo con el Verano, tercer movimiento de Las cuatro estaciones de Vivaldi y echan desmadre como en la secundaria.
Empuñan violines y chelo como si fueran juguetes. Juguetean haciendo cabriolas, saltos, malabares. Y se divierten de lo lindo.
De repente aparece el tema del filme Misión imposible, como bisagra para que suene ahora un pasaje de Mozart en el piano. De hecho, Anne-Monika se tiende boca arriba y toca el piano desde abajo, al revés, justo como lo hacía Volfi Mozart en su casa (acción recreada, por cierto, en el filme imprescindible Amadeus).
Todas ellas jueguetean con Mozart y llega otro cambio hilvanado dentro de la melodía. Estamos ahora en un tema clásico de Kurt Weil, Mack The Knife, y ellas jazzean a placer.
Ese video se ha hecho muy popular, pero la noticia es que llegó a México el primer disco compacto de Salut Salon, se titula Carnival Fantasy y su tema central es el animal, o los animales que habitan en nosotros. O bien: el espejeo que establecemos con los animales, o bien con alguno de ellos con el cual nos identificamos (de hecho, hay estudios sicológicos que tipifican la personalidad de cada quien, a partir del rostro de cada uno de nosotros, que de ya, nos parecemos físicamente, y así actuamos, a un león, un zorro, una oveja. Y así).
Hay un detalle cultural en la idea que anima este disco: la noción de zoológico, que implica tortura hacia los animales. Mantener en cautiverio a un animal para mostrarlo es una costumbre social anómala, que suele asumirse como algo bonito
y así se educan
a las generaciones.
Pero buéh.
Las muchachas alemanas, bienintencionadas, asocian su tema zoológico con la obra musical por antonomasia: El carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns y así comienza el disco, con la Introducción y Marcha real del león, para enseguida hacer sonar, con gracia natural, una pieza encantadora y poco conocida del mismo autor: Africa, opus 89.
He aquí el vínculo hacia YouTube, si gusta usted escuchar y ver esta interpretación:
Después de esa delicia, sigue otra obra emblemática, El caballito blanco, de Jacques Ibert, para dar paso a una belleza: Malaika, canción de cuna de Kenia, con cierto sabor haitiano. Suena un güiro, un balafón y las voces femeninas. Encantadora obra.
Se enlazan enseguida cinco piezas cortas de Saint-Saëns, que incluyen la emblemática El cisne y enseguida aparece el tiburón, con música, por supuesto, de John Williams (tema del filme Tiburón) para enlazar con Mack The Knife, de Kurt Weil, y abrir paso a una Canción de amor a la medusa luminosa y luego un clásico de Astor Piazzolla: Escualo, que se ha convertido en un clásico del repertorio de Salut Salon.
He aquí el vínculo hacia YouTube:
Luego, sigue otra pieza encantadora: Trust in me, con las bellas alemanas coreando y se sucede enseguida un par de piezas tradicionales también muy bellas: Sulchan Zinzadse, árabe, y Les deux guitares, para que suene la obra más dulce y delicada de todo el disco: un arreglo para cuarteto con piano de la Cantata 208 de Bach, con sus respectivas ovejas (todas blancas, ninguna negra, je) y luego una versión también para cuarteto del celebérrimo Vuelo del abejorro de don Rimsky.
Un vals armenio, Masquerade, de Aram Khachaturian y el gran final es una alegre canción en francés, J’ai en moi un zoo tout entier, en el más puro estilo cabaret, como un número genial a lo Bob Fosse.
Estas bellas alemanas recuperan para la música el gozo. Así deberían de haber muchos grupos. Así deberían de ser muchos conciertos, todo lo contrario a lo solemne, lo apretadito, lo almidonado.
En su página web (www.salut-salon.com) ofrecen así la eficacia de su arte: seduced classicaly
.
Aquí les pongo otro videíto, con integrantes alternativas del Salon Salut:
Ahora, la bella pieza Adiós Nonino, de Piazzolla:
Y esta deliciosa polka (aquí fue donde la polka tolció el labo, jeje):
He aquí el gozo de la música.