Decenas de familias mexicanas y extranjeras intentan pedir asilo político en EU
Miércoles 8 de junio de 2016, p. 25
Tijuana, BC.
Decenas de familias mexicanas desplazadas por la violencia que ha generada el crimen organizado en estados del sur del país, junto con extranjeros de diferentes países, convirtieron las áreas verdes de la garita de San Ysidro en un campamento y esperan a que las autoridades locales habiliten un refugio o los apoyen de alguna manera.
Al momento, 33 familias, principalmente oriundas de Guerrero y Michoacán, permanecen a menos de un kilómetro de la garita de San Ysidro, a un costado de los carriles de ingreso de automóviles a Estados Unidos llamados Ready lane (carril listo
). También hay migrantes de Veracruz y Chiapas, entre otros estados del sur de México.
Según esas familias, la policía turística de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Tijuana los llevó a este parque, porque pernoctaban a la entrada del cruce peatonal a San Ysidro, en espera de ser recibidos en oficinas de aduanas de Estados Unidos. Junto a estos connacionales hay ciudadanos de países como Pakistán, Venezuela, El Salvador, Cuba, Ghana, Nigeria, Kenia, Ucrania y Afganistán, todos con el mismo propósito: pedir asilo político en Estados Unidos.
Además, hay menores de edad, embarazadas y adultos mayores, quienes refieren que los policías les dijeron que los albergues estaban llenos y debían esperar en el parque, a la vista de miles de automovilistas que cruzan a diario hacia Estados Unidos.
Al momento sobreviven porque habitantes de Tijuana les llevan víveres, mientras que las autoridades no ofrecen apoyo, e incluso les cobran entre cinco y siete pesos por utilizar sanitarios públicos.
Una integrante del campamento es la viuda de un policía de Michoacán, quien pidió el anonimato y aseguró que hace año y medio el crimen organizado asesinó a su esposo frente a uno de sus hijos. Aseguró que su situación se agravó porque recientemente una mujer implicada en el homicidio quedó en libertad, y como su hijo atestiguó en su contra debió huir de Michoacán, además de que otros miembros de la banda que dio muerte a su marido están libres.
Durante el día, los niños juegan pelota y los adultos viven en la incertidumbre.
Una familia de Acapulco, Guerrero, llegó hace dos días al campamento, 13 adultos y cuatro niños duermen a la intemperie en el parque. Ellos tampoco quisieron dar sus nombres porque al jefe de la familia, que se dedicaba a la jardinería, el crimen organizado le secuestró a un hermano en febrero, le exigió un millón de pesos y hasta la fecha no ha vuelto a ver a su familiar, porque no tenía dinero y las amenazas fueron directas a sus otros parientes.
Otro caso es el de Juana Padilla, de 70 años, quien salió de Lombardía, Michoacán, porque el 27 de mayo decapitaron a su nieto Bernardo Cabrera, de 22 años. Las autoridades sólo encontraron la cabeza del joven junto con la de otra persona, en una cubeta, sólo pudimos sepultar su cabecita
, dijo doña Juana.