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La invención de un diario, su libro más reciente, circula con el sello Almadía

Tedi López Mills cultiva la tradición de romper barreras entre géneros literarios

La autora pasa de la poesía al ensayo, a la novela, al testimonio y a la crónica

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Mi regla fue escribir todos los días, excepto los fines de semana. A la narradora le ocurren una serie de cosas que no necesariamente me sucedieron a mí, o no todas, explica Tedi López Mills a La JornadaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de junio de 2016, p. 5

En la literatura jamás se han erigido fronteras fijas, siempre está presente el ansia por pasarse de uno a otro género, de disfrazarse de otra cosa, afirma la escritora Tedi López Mills (CDMX, 1959) a propósito de la publicación de su libro La invención de un diario.

Editada por el sello Almadía, esa obra, que fue presentada hace unos días, invita al lector a descubrir el día a día de una narradora que va de la poesía, al ensayo, a la novela, al testimonio, a la crónica.

Se trata de un diario inventado, lo cual es un recurso literario, donde la poesía está presente de manera inevitable, pero no deliberada. Es una tradición dentro de la literatura no ser tradicional, romper barreras, no ser canónico, explica la autora en entrevista con La Jornada.

La invención de un diario comenzó a escribirlo el primero de enero de 2013 y concluyó en diciembre de ese año.

“Mi regla –añade– fue escribir todos los días, excepto los fines de semana. A la narradora le ocurren una serie de cosas que no necesariamente me sucedieron a mí, o no todas.

“Hay personajes inventados y lecturas fundamentales, las dos más importantes son: La historia general de las cosas de la Nueva España, de fray Bernardino de Sahagún y La amante de Wittgenstein, del estadunidense David Markson, que siempre van acompañando la escritura del diario.

También están presentes los comentarios que amigos le dicen a la narradora, lo que lee en los periódicos, sus paseos por la ciudad. Tiene una parte de ensayo, pues al principio se pregunta cuál va a ser el estilo de este diario, el cual se resuelve a finales de abril de una manera inesperada.

El lector que no sepa al inicio qué tipo de libro es, López Mills le recomienda que se deje llevar por los días, que confíe en que ellos tienen un mando racional. Lo que puede parecer fragmentario, no lo es, porque todas las historias se van juntando, pues sí hay una novela cuyos personajes son, entre otros, la hija del hijo, el señor López que luego es el señor Bermúdez, también hay otros diarios a los que se refiere éste, y una bibliografía al final porque fue un año de esas lecturas, de las que fui tomando pedazos para armar esta narración.

Experiencia intensa y extraña

Cuando Tedi López Mills comenzó la escritura de este libro, no sabía en qué se convertiría, “salvo que cada día sería un invento, intercalando tiempos, planteando una civilización con seis personas. Comenzaba leyendo y luego me ponía a escribir, le dedicaba todo el tiempo.

“Jamás me atoré porque me protegían mucho las lecturas, gocé mucho los tres tomos de fray Bernardino de Sahagún, me pareció una de las lecturas más impresionantes que he hecho en mucho tiempo.

“Ese texto y el de Markson permitieron no perderme, no salirme de una especie de canal de escritura. Fue una experiencia intensa y extraña, donde la memoria siempre estuvo en riesgo. Jugué con la materia prima, que es precisamente eso, el pensamiento, la memoria, la sensación del tiempo, la figura del yo, de la persona que uno va viviendo y con autores que fueron muy buenos espejos.

“No hice trampa, el libro lo escribí de enero a diciembre de 2013, no metí cosas de otros años. Lo dejé descansar en 2014 y lo comencé a revisar en 2015. Me sorprendió haber sido capaz de pasar del otro lado, de no haberme quedado ahí. No volvería a hacer otro diario, porque las segundas partes siempre son riesgosas, pero el hecho de haberlo intentado me permitió hacer esta novela con forma de diario. Ahora sigue escribir algo totalmente diferente.

Lo que espero siempre es que el lector esté dispuesto a acompañarme, atraparlo desde un principio; así debe ser la relación con los libros. Mi apuesta es que me acompañen hasta el final.