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La desigualdad es un pecado, aseguró el teólogo y filósofo brasileño

La injusticia social, origen del atropello constante de garantías individuales: Boff
 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de mayo de 2016, p. 7

Actualmente 20 por ciento de la humanidad controla 80 por ciento de todas las riquezas de la tierra y del sistema económico mundial, lo que genera profunda injusticia social en la que hay pocos ricos y una inmensidad de pobres, señaló el teólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff.

En un encuentro organizado por el Observatorio Eclesial, Iglesias por la Paz, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos en México y Católicas por el Derecho a Decidir, el ex sacerdote franciscano y ecologista aseveró que la desigualdad significa injusticia social y teológicamente es un pecado, y añadió que en este escenario las garantías individuales son atropelladas constantemente.

En la conferencia magistral Crisis civilizatoria y alternativas para América Latina, dictada en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, el también profesor de ética comentó que como nunca antes se agreden los derechos humanos; en 40 focos de guerra altamente letales, sólo 5 por ciento de los afectados y muertos son militares.

Detalló que las violaciones de derechos humanos más cruentas son las desapariciones forzadas, los asesinatos y la exterminación de los más empobrecidos.

El pionero de la teología de la liberación expuso que la situación de desigualdad también es evidente en su nación, la cual atraviesa una crisis política detonada por una banda de ladrones que arremetieron contra la presidenta Dilma Rousseff.

Detalló que 71 mil personas controlan la mitad de la renta nacional de Brasil, el cual aún es uno de los países más desiguales del mundo.

Subrayó que ante la crisis civilizatoria se requiere una economía de la manutención de la vida, que sirva a la protección y promoción de los derechos humanos y resguarde a todos los animales y las riquezas naturales como bosques, mares y ríos.

Aseveró que el pensamiento que nos metió en esta crisis no nos puede sacar del problema, y subrayó que ante la situación actual, caracterizada por el calentamiento global, la desigualdad y la violación sistemática de los derechos humanos, sólo queda tomar caminos alternativos.

Dijo que estas soluciones no vendrán de las burocracias estatales ni de los grandes centros de investigación, sino de la humanidad, sobre todo de los pueblos originarios, que por miles de años han sabido vivir en armonía con la naturaleza.

Advirtió que para tomar estas medidas de reparación no tenemos mucho tiempo, y lamentó que la COP 21 celebrada a fines del año pasado no sea vinculante, por lo que seguirá prevaleciendo el criterio de la acumulación de la riqueza en unos pocos en perjuicio de las mayorías.

Insistió en que el calentamiento global crece sin parar y amenaza con un aumento de la temperatura que puede saltar de 1.8 a los 4, 5 o 6 grados Celsius, generando un calentamiento abrupto; con ese calor la mayor parte de las formas de vida van a desaparecer y la mayor parte de la humanidad también, alertó.