Vació emociones acumuladas durante sus 45 años de trayectoria, en el Auditorio Nacional
La Leona dormida ha ganado fuerza interpretativa y sus éxitos se mantienen al día, con arreglos modernizados y ejecutados por grupo y orquesta
En cada tema, la cantante dio rienda suelta a su histrionismo y empoderó a las mujeres con Acaríciame, Mentiras, Lo siento mi amor y Mudanzas
Domingo 15 de mayo de 2016, p. 7
Guadalupe D’Alessio vació emociones acumuladas durante sus 45 años de carrera en el concierto que para la ocasión ofreció en el Auditorio Nacional la noche del pasado viernes, donde hubo elementos que potenciaron la sensibilidad del público, al cantar con su hijo Ernesto, Napoleón y Aída Cuevas, su amiga-hermana, quienes distribuyeron su participación a lo largo de hora y media de composiciones para exorcizar los demonios del dolor, el llanto, la pena, la debilidad sentimental, provocada por los hombres, reducidos por la llamada Leona dormida a insectos rastreros; es más, el Gregorio Samsa de Kafka sería un gigante comparado con todos los integrantes del género masculino.
Ilusión de tres minutos
Se ha dicho que la otrora Lupita, intérprete del éxito Mi corazón es un gitano, forma parte de una serie de cantantes femeninas que se desquitan con sus letras y melodías de las traiciones amo- rosas. En ese horizonte se encuentran Chayito Valdez, Jenni Rivera, Paquita la del Barrio, etcétera, quienes ofrecen la oportunidad de desquitarse en la ilusión de tres minutos de un pasado que ha formado la educación sentimental.
A sus 62 años de edad, la felina de garras afiladas ha ganado en fuerza interpretativa y sus éxitos tienen ahora arreglos modernizados y ejecutados por un grupo y orquesta de cuerdas que la mantienen al día; es decir, no se ha dormido en sus laureles. La leona no duerme esta noche.
Algo paradójico es que al lado de miles de mujeres de diversas edades se encuentren caballeros que se unen a los coros y desgañites como si todo fuera una broma. Grupos de amigos con algunos gays también recibieron las provocaciones d’alessianas. El concierto es una línea, una cuerda tensa desde el principio. No es como otros en los que el artista reserva lo mejor para el final. Tras un intro y un medley en el que destacó Punto y coma, comenzó con Leona dormida, composición que la ha definido y que es una advertencia a quienes ofenden a las mujeres. No debe ofenderse a una dama, abusar de ella, a riesgo de que despierte la gata furiosa con garras afiladas capaz de desquitarse.
La burla, la ironía
Ataviada con un largo vestido rojo diseñado para esa noche, Guadalupe podía dar rienda suelta a los apóstrofes que su histrionismo ha creado en miles de conciertos. Cada frase, cada remate musical, va acompañado del gesto que enfatiza la burla, la ironía. La escenografía simbolizaba un sueño, cuyo velo apenas dejaba ver las estrellas, pero una de ellas estaba al frente titilando con luz propia.
La vida de la mujer de mirada gatuna es consabida y ha sido divulgada en revistas del corazón que más bien parecen de nota roja. Se consabe que no siempre le ha ido bien en los terrenos arenosos de lo sentimental. Esa carga tiene que desfogarla por medio de canciones. Jóvenes mujeres le aplauden y gritan en cada aguijonazo. Así fue con No preguntes con quién y Ni guerra ni paz. Con Lo siento, mi amor sintetiza pasado, presente y futuro. Mientras haya traición amorosa habrá canciones. Qué ganas de no verte nunca más, un grito de casi cuatro minutos y de fraseos para ardidas o ardillas rencorosas. Ese hombre, la canción en la que el género masculino es coronado como el rey de los idiotas, de los impotentes. No mantiene a una familia, no se mantiene de pie y, si acaso, puede llegar a ser un amigo.
Acaríciame, la balada dramática que invita a tener relaciones sexuales con desconocidos. Mentiras, que le sirve para preguntar ¿cuántos mentirosos hay aquí?
Las abuelitas aplauden y las mamás se sienten agradecidas por festejar así, con hora y media de revancha, su día como progenitoras en el mes de mayo.
Dejó para el final Mudanzas, en cuyo centro recita una especie de poema-himno de una mujer que cambiará su forma de ser y de vivir, para ser mejor. De hecho, tiene un club que se llama Soy Mujer. Se despidió con una versión rítmica de Te estás pasando, una leona jugando con los ratoncitos.