a Ciudad de México tiene algunos patrones diferenciados respecto al resto de las entidades del país; tan sólo en términos políticos, desde 1997 la ciudadanía se inclinó por votar mayoritariamente del lado izquierdo del espectro, en contraste con la tendencia en entidades federales; aunque la actual administración local se está alejando de la ciudadanía y traicionando la plataforma política por la cual se votó.
La oportunidad de la reforma política es recuperar el impulso contra la desigualdad social y el rumbo progresista en que venía caminando esta ciudad. Urge mejorar nuestra calidad de vida y cobrar mayor autonomía que la que teníamos como Distrito Federal. A pesar de la imposición de 40 constitucionalistas que no nos representan, la elección de 60 diputados el próximo 5 de junio abre la posibilidad de redactar una Constitución que sí refleje el sentir de las y los chilangos.
El sector juvenil está enfrentando retos muy duros, las políticas neoliberales disminuyen sus oportunidades educativas y laborales, su presente y futuro está ensombrecido. La condición de estudiante de tiempo completo, que debería generalizarse para todos y todas, sigue siendo un lujo que sólo se pueden dar la tercera parte de las y los jóvenes chilangos. El 35 por ciento trabaja de tiempo completo, 12 por ciento estudia y trabaja. El 20 por ciento no está estudiando ni trabajando de manera remunerada (IMJ, 2010), la mayoría de este grupo son mujeres madres que están cuidando hijos. La organización del trabajo y de los cuidados está desplazando en las mujeres jóvenes un papel que es responsabilidad del Estado y que repercute en el estancamiento escolar, técnico y profesional de esta generación.
Tener vivienda propia en la tercera década de vida es otra condición inalcanzable para muchos; en esta ciudad la mitad de las y los jóvenes de 12 a 29 años vive con ambos padres, una tercera parte vive en hogares uniparentales y casi 10 por ciento viven solos. El 24 por ciento vive con su pareja, de los cuales 7 por ciento son adolescentes de 15 a 19 años de edad. Se unieron por embarazo 22 por ciento de los hombres y 28 por ciento de las mujeres.
En el país se reporta un aumento de embarazos de adolescentes que está vinculado directamente con la falta de oportunidades escolares y laborales. La escolaridad promedio de las madres adolescentes es de 7.2 años (poco más de un año de secundaria), la gran mayoría provienen de familias que nunca han accedido a niveles escolares superiores y cuyo horizonte educativo no es mayor; en ese contexto, tener hijos a los 17 o 19 años es lo esperable, tanto en el ámbito individual como familiar. Pero, a diferencia de las entidades del país, en la Ciudad de México sólo 1.4 por ciento de las mujeres de 15 a 17 años reporta haber estado embarazada, en comparación con 6.65 por ciento que es el dato nacional; esta cifra habla de una condición un poco menos desfavorable de la salud reproductiva en la capital.
Una encuesta realizada por Catherine Menkes, Leticia Suárez y Fátima Juárez con estudiantes de escuelas secundarias y preparatorias públicas de la ciudad encontró que casi 80 por ciento de los hombres y 57 por ciento de las mujeres de 17 a 19 años ya habían tenido relaciones sexuales (4 por ciento fue con violencia y contra su voluntad), 6 por ciento se han practicado un aborto. Antes de los 15 años se iniciaron 38 por ciento de los hombres y 26 por ciento de las mujeres, porcentaje que es de 17 por ciento en el ámbito nacional. El 14 por ciento de los hombres y 30 por ciento de las mujeres conocen alguna persona cercana que se ha realizado un aborto, menos de 4 por ciento sabe que es legal. Poco más de la mitad de los estudiantes están de acuerdo con la realización del aborto, cuando la mujer no está preparada o no se siente madura para tener al hijo, y una tercera parte está de acuerdo con el aborto, cuando no se tienen los recursos económicos para mantener al hijo.
Un rasgo de las y los estudiantes chilangos es su capacidad crítica hacia las instituciones, en comparación con quienes viven en el interior; las y los jóvenes de la Ciudad de México asignan menores niveles de confianza a la policía, a diputados, partidos políticos y sindicatos. El 78 por ciento se declara católico y 13.8 por ciento como no creyente, frente al dato nacional de 83 y 8 por ciento, respectivamente.
Con una mente crítica y abierta, nuestros jóvenes están urgidos de cambios muy estructurales: ampliar el acceso a niveles de educación media superior y superior; promover jornadas y condiciones laborales que les permitan continuar estudiando; contar con empleos decentes y políticas racionales para hacerse de vivienda digna; pensión a personas cuidadoras, así como escuelas de tiempo completo y jornadas laborales equivalentes, para que madres y padres jóvenes puedan seguir estudiando y tengan acceso a empleos mejor remunerados.
Para impulsar este tipo de políticas y una plataforma más amplia acepté la invitación que me hizo el partido Morena para ser candidata a la Asamblea Constituyente; me siento honrada de formar parte de la más distinguida de las listas que ofrece esta contienda electoral.
Twitter: Gabrielarodr108
grodriguez@afluenes