Martes 10 de mayo de 2016, p. a11
Manoella Torres dedicó su concierto del pasado sábado a las mamás de México, en un teatro Metropólitan en el que sobresalían progenitoras y abuelas a las que sus hijos o nietos regalaron un boleto para ver a La mujer que nació para cantar, quien abrió el fuego del recuerdo con El último verano, éxito cuya letra alude a lo fugaz del amor.
Así, desde la primera balada, el ambiente se impregnó de suspiros y los sentimientos secretos enjugaron una lágrima, un silencio.
Herida de muerte, otra balada no baladí... de las que engallan el orgullo. No me dejo. La revanchista Señora, quien desplaza a la esposa, que Manoella interpretó con su colega Myriam, quien se quedó sola en el escenario para abrir el vino y prender las velas con dos boleros. Sabor a mí, por supuesto.
Torres llegó a la cima y a la sima con A la que vive contigo. Libre como gaviota emocionó a quien sabe de ires y venires.
Te amo y Tómame o déjame
¡Por fin una suavecita! Siguió con Te amo (Yolanda), de Pablo Milanés, que rememora a Lupe Pineda y a Truman Capote: otras voces, otros ámbitos. Llegaron Tómame o déjame, que fue cañonazo de Mocedades, y Esta vida loca, remolino que se hizo famoso en la interpretación de Céspedes.
Todo estuvo preparado para cerrar a lo cañón: Si supieras y Acaríciame. En el fondo del escenario, en grandes pantallas, se proyectaron flamas de pasión. A final de cuentas y del recuento ¡para el amor no hay edades y mientras haya vida hay esperanza!