Lo más importante que debe legislarse sobre la mariguana es justo lo que el presidente Enrique Peña Nieto dejó fuera en su iniciativa de ley: el origen de la planta y el consumo por mero placer.

No toca ni con el pétalo de un artículo al mercado negro, que seguirá abasteciéndola, advirtió el activista e investigador Leopoldo Rivera Rivera. Además, rechaza el hecho de que puede usarse sólo de manera recreativa, destacó el neurocientífico Benjamín García Huerta, del Centro de Estudios Superiores Monte Fénix.

El pasado 21 de abril el jefe del Ejecutivo federal envió al Senado su propuesta de reforma, la cual, en resumen, autoriza los medicamentos derivados de la yerba, permite la investigación clínica y aumenta la cantidad para consumo personal de cinco a 28 gramos.

El proyecto de ley, aseguró ese día el mandatario, recoge las opiniones del Debate Nacional sobre el Uso de la Mariguana, al que convocó su gobierno de enero a abril de este año.

Sin embargo, es falso que hayan escuchado las propuestas de la sociedad, indicó en entrevista Rivera Rivera, presidente de la Asociación Mexicana de Estudios sobre Cannabis.

Cualquier análisis para regular la mariguana debe abordar su origen, insistió. Los consumidores seguirán expuestos a las redes clandestinas o a la extorsión de las autoridades para conseguirla. Lo que debió hacer, apuntó, es despenalizar la posesión simple.

Si no se puede sembrar en el país, los fármacos derivados de la mota tendrán que comprarse a empresas extranjeras, lo cual deja de lado el uso tradicional herbolario y plancha el camino a las grandes farmacéuticas.

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) reconoció el derecho al uso lúdico, el Presidente no lo hizo, a pesar de que es real que existe el uso recreativo de la mariguana y hay quienes pueden usarla sólo de esa manera, sostuvo en entrevista aparte Benjamín García, tras advertir que habla en su carácter de científico.

Es verdad, aclaró, que uno de cada 11 adultos y uno de cada seis menores de edad se volverán adictos si prueban la droga. Pero también habrá cinco adolescentes o 10 adultos que la usarán con fines recreativos sin presentar problemas de salud.

Cuando se aborda el tema el enfoque siempre es moralizante y prejuicioso, lamentó el especialista en adicciones. Explicó que convertirse en dependiente a una sustancia es algo difícil y hay que echarle ganas; el consumo debe ser excesivo y continuo para que se produzcan cambios en el cerebro.

Quienes viven con altos niveles de estrés y no tienen apoyo familiar o social para desahogarlo corren mayor riesgo de volverse adictos. También los menores de edad, porque su cableado cerebral aún no está bien desarrollado y las drogas conectarán mal esos cables, anotó.

Prohibir la mariguana ha fracasado, coincidieron ambos. Sin embargo, para García Huerta no debería legalizarse su consumo sin antes preparar el sistema de salud. Pasaría algo similar al programa Hoy no circula, que provocó el aumento del parque vehicular, pues no habría hospitales públicos suficientes para atender a los posibles adictos.

También hay que cambiar la percepción social, dejar de calificarlos de viciosos. Aunque la adicción es una enfermedad, las aseguradoras no lo cubren y en las clínicas los maltratan, pues prefieren atender antes a otros enfermos que no se lo buscaron.