Hay Norte en Veracruz
ace unos días se publicó una fotografía en la que los senadores Emilio Gamboa y Roberto Gil ensayan una sonrisa ante la enorme reproducción gráfica en las Rejas de Chapultepec. Ven, o son vistos por, Pancho Villa y Emiliano Zapata en Palacio Nacional, en la hora de gloria de la revolución social, cuando Zapata se negó a sentarse en la silla
y cedió el lugar al centauro del norte. Doroteo Arango y el calpulelque de Anenecuilco. ¿Qué rumbo lleva el país a un siglo de distancia?
El del contraste impactante entre los fotografiados en Palacio Nacional y los senadores del PRI y el PAN que observan, sonríen y se van. Las canciones de aquel ayer han vuelto. La cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar/porque no tiene, porque le falta/ mariguana que fumar. O digamos que para legalizar. Para usos médicos, como recomendaban las abuelas. Hay que cambiar las brújulas para que las agujas apunten hacia el sur. En el Senado, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, aplauden y aprueban el nuevo paradigma del consumo de mariguana: se trata de un problema de salud, de un problema social. Y de que la prohibición es, ha sido, un fracaso.
No es problema menor, ni es cierto que no dañe la salud de los adictos. Pero lo que era vicio de vagos y uno que otro guacho, se hizo hábito y adicción de riquillos al llegar la revuelta musical y moral de los años 60. Y con el mercado de lujo, se extendió el de los gomeros: el cultivo de la amapola y la producción de goma para obtener heroína, opio y la médicamente indispensable morfina. El cultivo de amapola se extendió en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, con permiso de los de aquí y para servir a los vecinos del norte que requerían la morfina para aliviar los dolores de sus heridos y mutilados. Después alguien creyó que bastaba con decir a los gomeros: gracias, muchachos. Y se empedró el camino del infierno.
En la segunda mitad del siglo XX el gobierno de Estados Unidos del Norte decidió cerrar la rutas aéreas y navales del Caribe y del océano Pacífico. Nuestro mítico cuerno de la abundancia se invirtió: la riqueza entraba por el sur y de ahí se abría el embudo hasta llevar toneladas de cocaína a la frontera norte. Allá, donde el prepotente y estulto Donald Trump propone levantar un muro que supere a la Muralla China. Se le hizo tarde. La droga que nuestros narcotraficantes llevan hasta el norte, desaparece milagrosamente en cuanto cruza la frontera; las rutas cuidadosa y tecnológicamente trazadas para perseguir su trasiego de este lado, se diluyen en el hoyo negro del mercado más grande del mundo.
Así es esto del trato entre desiguales. Sea ante una fotografía antigua o en las alturas de la globalidad. Por eso inquietó a la clase gobernante y a sus críticos por igual, el anuncio de que el presidente Enrique Peña Nieto no acudiría a la sesión de la ONU en la que se daría el primer y muy importante paso en el cambio de visión y acción sobre la mariguana. El Estado mexicano había sido uno de los autores de la propuesta. Imposible que el titular del Poder Ejecutivo no asistiera por razones de agenda
. Menos mal que recapacitó. Y mejor todavía que el doctor José Narro, secretario de Salud, lo acompañó y que el texto tuviera la impronta de la UNAM, fuente y origen del saber y del acceso a la igualdad social perdido en estas horas amargas.
Sea como fuere. Hay que reconocer que se avanza y estamos ante la oportunidad de hacerlo en materia de la siembra de amapolas con finalidades medicinales. Hace unas semanas, desde la oscuridad violenta del estado de Guerrero, el gobernador Héctor Astudillo propuso hacer eso y expuso que en 14 o 15 países de la Unión Europea se sembraba, se cosechaba, se producía la goma y se vendía al mercado, todo bajo estricta regulación y vigilancia del Estado. ¿Por qué aquí no? Nuestros vecinos del norte se quejan de la epidemia
de consumo de heroína en su país y de que la mayor parte de la droga proviene de México. Con el cambio de rumbo de la brújula, Miguel Ángel Osorio Chong revivió la propuesta y recordó que hace años México la llevó ante la ONU y solicitó la anuencia del imperio vecino.
No va a acabarse la matanza que no cesa. La violencia criminal que impera ha superado el control del Estado y en algunas partes ha sustituido a las autoridades del poder constituido. Con rumbo al norte, hasta donde llegó Villa de derrota en derrota, perseguido por las tropas de Álvaro Obregón, el de los 20 mil kilómetros en campaña, el que no perdió una sola batalla. Ahí está el desastre de Chihuahua. A pesar de la innegable mejoría de la vida en Ciudad Juárez, paso de la muerte que fuera el Paso del Norte al que llegó el presidente Juárez, peregrino con la república a cuestas. Da grima el gran estado de Chihuahua, tierra de Abraham González, de Pascual Orozco, de Joaquín Terrazas. Hoy el gobernador César Duarte consagra
el estado al Sagrado Corazón de Jesús.
Y el desierto se extiende hasta Matamoros, Tamaulipas. El infierno en tierras que alguna vez fueron gloria y diversidad portentosas. Desde la frontera chica hasta la huasteca que se funde con la potosina. Nada queda. Los tamaulipecos padecen la ausencia del poder constituido: cuando tienen que viajar rumbo al norte, lo hacen en caravanas de automóviles, para los que solicitan guardias armadas del Ejército. Durango y Sinaloa tienen todo y todo padecen. Empezando por el desgobierno de Malova, apodo de quien llegó a gobernador de Sinaloa cambiando la chaqueta del PRI por el sayo mixto del PAN-PRD.
Hay que tomar los caminos del sur. Aunque Michoacán sea todavía vereda insegura y promesas incumplidas por el jefe político estilo porfiriano, enviado desde Palacio Nacional. Aunque Guerrero esté sembrado de tumbas y los desaparecidos de Ayotzinapa asusten a los que salen de noche y a quienes hacen como que hacen política. Y del norte implacable que azota a Veracruz; atropella ciudadanos y protege criminales; hace tropezar a cada paso al gobernador Javier Duarte. Y nos anuncia elecciones para un gobierno de dos años, en las que ya se han filtrado y exhibido capitales acumulados y enviados a EU por Miguel Ángel Yunes Linares, candidato de PAN-PRD a gobernador. Secreto bancario expuesto al escarnio por la tecnología digital.
Ya nada más faltaba un desastre como el del incendio descontrolado del Ixtoc. Y estalló el fuego en el complejo petroquímico de Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz. 28 muertos y más de 100 heridos. Y el pretexto a modo para culpar a Pemex. A la sombra de lo que fue Pemex; sostén del fisco y ahora pedigüeño de recursos a la Secretaría de Hacienda de la austeridad inamovible. La planta del siniestro es de una asociación público privada
: Pemex carga con la culpa y los oligarcas con la incontenible condena popular.
Al sur-sureste, donde el secretario de Educación da pasitos para posicionarse
en la sucesión presidencial que viene. En busca de rumbo, se reúne con los gobernadores Arturo Núñez, de Tabasco; Rolando Zapata Bello, de Yucatán; Manuel Velasco Coello, de Chiapas; Roberto Borge, de Quintana Roo, y Alejandro Moreno Cárdenas, de Campeche.
Alejandro Moreno Cárdenas entregó certificados de primaria y secundaria. Y ante 5 mil campechanos de 11 municipios anunció una inversión de mil millones de pesos en estructuras escolares. Anticipó que la inversión federal en infraestructura llegará a 20 mil millones de pesos al concluir su mandato. Más que en los pasados cinco lustros.
Quienes no salen de noche por la inseguridad: que se vayan a Mérida. Y no es cultivo yucateco en las Rejas de Chapultepec.