Coatzacoalcos, Ver.

Terminamos de comer y regresamos a trabajar; preguntamos si podríamos seguir soldando a pesar de que se sentía el olor a etano y cloro; nos dijo el supervisor de PMV (Petroquímica Mexicana de Vinilo) que no había problemas, y 10 minutos después vimos cómo en un 60 segundos todo explotó y los cuerpos volaron, narró Jesús Gutiérrez Cuevas, trabajador de la compañía contratista ICA Flúor, que estaba en la planta de Clorados 3 al momento del estallido.

Recordó que eso fue después de las 2 de la tarde del miércoles. Desde las 9 de la mañana se produjo la primera fuga de cloro, lo que obligó a los funcionarios a evacuar durante dos horas al personal a cargo de las reparaciones.

“A las 11 de la mañana regresamos a trabajar de manera normal, pero a las 2 de la tarde nuevamente se sintió el olor a cloro y nos mandaron a comer mientras lo controlaban.

Cuando regresamos preguntamos si podíamos seguir soldando, el supervisor nos dijo que sí. Diez minutos después sobrevino el estallido y el reguero de cadáveres y cuerpos heridos.

Otros empleados de ICA Flúor y de Pemex que estaban en la planta de Clorados 3 aseguraron que la desgracia se produjo debido a que el personal de PMV no cumplió con el protocolo de seguridad para realizar los trabajos de soldadura después de las dos fugas de cloro y etano.

Los directivos no ordenaron realizar las pruebas de explosividad, pues por encima de la seguridad del personal se ha privilegiado el aumento de producción de vinilo para cubrir con la demanda de este insumo en el mercado latinoamericano, dijeron.

Un empleado de Pemex que trabaja bajo la directriz de Mexichem señaló, a condición del anonimato, que el personal que tiene experiencia en Pemex no está realizando labores (de reparación y mantenimiento) en esa área; todo lo hacen obreros que subcontratan las compañías ahí, pasando la puerta del complejo; es mano de obra barata necesitada de trabajo.

Las autoridades instalaron cordones de seguridad en torno a la planta con elementos de la Secretaria de la Defensa Nacional, apoyados por agentes antimotines de la Policía Federal provenientes del estado de Tabasco.

Mano de obra sin experiencia

El despliegue generó conatos de bronca con los familiares de los trabajadores en uno de los seis accesos al complejo, debido a que éstos exigían que se permitiera la entrada a los representantes de los medios de comunicación para que constataran la magnitud de la explosión. Personal de Pemex permitió la entrada de la prensa sólo hasta la puerta central de la empresa para calmar a los inconformes, pero al final negó el acceso.

Hallar a sus familiares, vivos o muertos, es el objetivo de las decenas de personas que se mantienen afuera del complejo petroquímico de Pajaritos.

Entre ellas se encuentra Angelina Jiménez Ríos, quien clama: Necesito encontrar el cuerpo de mi papá; dicen que él estaba ahí en el momento de la explosión poniendo una pieza; su nombre es Fernando Zárate Enríquez.

Explicó que la empresa en la que laboraba su padre no ha enviado a ningún representante para atender a los familiares de empleados que permanecen desaparecidos, sus registros no están en los hospitales y tampoco en la lista de los fallecidos. El licenciado que nos contestó habló rápido y colgó; ya apagó el celular, dijo.

Alejandro, un amigo de mi hijo Brian Javier Jasso Pulido, de 23 años, estaba ahí; quiso ayudarlo y se vino el humo, el fuego, y salió corriendo; no así Jasso, quien era oficial andamiero, expresó por su parte la señora Pulido.

Ella y otras personas observaron unas camionetas blancas que entraron y, se presume, sacaron cuerpos del complejo, pero no traían logotivos del Servicio Médico Forense. La angustia en ellas se incrementó.