Guadalajara, Jal.

El documental El Charro de Toluquilla, dirigido por José Villalobos, divirtió, conmovió e indignó al auditorio que presenció su estreno en el 31 Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).

En el largometraje documental, que se presentó en competencia, se narra un momento de la vida de Jaime García, cantante vernáculo oriundo de Toluquilla, cercana a Guadalajara, seropositivo y que presume engañar a su enfermedad con un estilo de vida desenfadado. Sin embargo, su naturaleza genuina emerge al aceptar la paternidad de una niña que milagrosamente nació negativa.

En entrevista con La Jornada Villalobos afirmó que el personaje lo atrajo para hacer el documental “cuando lo vi montado en un caballo, tranquilo consigo mismo; comencé a sentir que podría hacer una película cuando descubrí que su mundo cotidiano no era perfecto, que tenía momentos bajos y altos, como todos. Descubrí que el mundo que había construido hacia afuera como El Charro de Toluquilla no correspondía con su vida familiar, específicamente en la relación con su hija”.

El documental retrata la manera desenfadada de vivir con VIH de ese personaje y cómo se confronta con la realidad en su círculo íntimo de familiares y amigos.

Villalobos agregó: Quise ver qué pasaba con su familia al bajarse de caballo y quitarse el traje de charro. Presencié cómo su mundo cotidiano cambiaba. Para mí, es una exploración sobre lenguaje del cine, que me permitió construir un personaje a partir de una persona real relativamente anónima, construir visual y sonoramente su espacio, su estilo y filosofía de vida.

Pasado y presente

Respecto de las tomas que hace del personaje que tienen de fondo los multifamiliares y las grandes antenas de telecomunicaciones, dijo que lo que pretende es “mostrar la irrupción de El Charro de Toluquila en la vida moderna, pero anclándolo a nivel estilístico en las películas clásicas de mariachis. Es una comparación, un guiño del presente con el pasado; no se trata sólo al personaje”.

Sobre la creación del proyecto, el realizador comentó: “Yo era VJ de una banda de rock de Guadalajara; con ese grupo trabajaba Claudia Méndez (productora), quien se encargaba de las grabaciones en el escenario. Una vez nos tocó juntarnos para hacer el material visual de una de las canciones, la cual trataba sobre un hombre que andaba a caballo por la ciudad. Ella me dijo que conocía a uno, El Charro de Toluquilla, a quien estaría bien grabar.

Eso me dio la oportunidad de conocerlo y ponerle la cámara enfrente; desde el primer momento me interesó grabarlo fanfarroneando con su yegua en lugares absurdos. En ese proceso lo empecé a conocer mejor y enterarme de que era portador del VIH, por lo que decidí hacer un documental largometraje acerca de él.

Por su parte, Jaime García, El Charro de Toluquilla, aseguró: Cuando me propusieron hacer la película les respondí que pusieran todo, que yo sería como soy. Tuve la confianza de explayarme tal como soy: llorando, riendo, bebiendo, peleando con mi vieja, yendo al hospital... por eso la película salió así, pues no planeo lo que digo. Soy portador del virus de VIH; les dije que eso también lo podían poner. Grabaron 250 horas, de las cuales usaron sólo 200 minutos.

Contó: “Varios de mis amigos ya murieron de diabetes, cáncer, Parkinson o Alzheimer y yo sigo aquí; por eso abajo del título le pusimos ‘bendito sida’, pues no he muerto. En esta película quise informar mi diagnóstico a la gente para se dé cuenta de que para el VIH no importa si eres mujer, homosexual, lesbiana, hombre o mujer. Considero que es un virus que se come tus fuerzas, lo bueno es que hay un medicamento antirretroviral desde hace 13 años que hace que el microorganismo permanezca encapsulado, lo que hace posible dormir, comer, hacer ejercicio y cantar”.