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Desde el Otro Lado

Siembra vientos y cosecharás tempestades

E

n términos coloquiales es lo que sucede al Partido Republicano en este periodo de elecciones primarias. Durante ocho años se dedicó a despreciar la política del presidente Obama. Ha sido el caso de la reforma migratoria; de su insistencia en derogar el plan de salud de Obama; a los intentos en profundizar una reforma financiera y fiscal que evite otro descalabro en la economía; a las propuestas para la protección del ambiente, y desde luego a la paralización del gobierno en dos ocasiones por la negativa para aprobar el presupuesto fiscal enviado al Congreso. La negativa del liderazgo y legisladores de ese partido ha sido la respuesta a, por lo menos, escuchar las propuestas de Obama y sus compañeros de partido en el Congreso.

Los republicanos no sólo odian a Obama, sino que jamás han aceptado que es el presidente, Slate dixit. No sobra recordar que cuando se declaró a Obama presidente, en 2008, el líder republicano en el Senado dijo que haría lo posible por obstaculizar su agenda para evitar que pudiera relegirse en 2012. Se articuló una campaña de ataque y desprestigio en el Congreso a cualquier iniciativa que pudiera dar popularidad al presidente. Lo sustancial de los ataques se concretó en los medios de comunicación, por personeros como Rush Limbaugh y Sean Hannity, en la cadena de radio y televisión Fox, y en medios escritos por influyentes ideólogos conservadores como William Kristol y George Will. Entre todos han azuzado a su auditorio y lectores para sumarse a la ola de desprestigio de la administración, con argumentos frecuentemente inventados o cargados de contenido ultraconservador. No ha habido términos medios ni diálogo posible. Tras todos estos años, se formó una conciencia de rechazo y desprestigio a toda intención de negociación que proviniera de la Casa Blanca. Millones de personas han considerado que cualquier acuerdo en Washington atenta contra sus derechos como individuos y representa una vía para consolidar el poder del Estado. Ese ha sido el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de alguien como Donald Trump. Él representa a quienes se han sumado a esa ola promovida por la ignorancia, cuyos autores ahora se asustan del Frankenstein que han construido. El liderazgo republicano está realmente preocupado por la posibilidad de que Trump sea su candidato a la presidencia en la elección general. Tal vez es muy tarde para que recuperen la iniciativa, a pesar de su decidida intención de brindar todo el apoyo a candidatos más moderados, aunque no menos conservadores, como el modosito Mario Rubio. Según los resultados recintes, los votantes han optado por la agresividad y los malos modos de Trump; eso es lo que propiciaron quienes sembraron vientos y ahora se asustan porque tienen que cosechar tempestades.