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El articulista de La Jornada presentó el libro con la coautora Rhina Roux en Minería

Debemos hallar fuerzas contra el ataque epocal que vivimos: Gilly

El ejemplar reúne siete ensayos sobre este mundo nuevo; estamos en el gran desastre heredado, donde los poderosos son más feroces, señaló el historiador

Hoy concluye el encuentro editorial

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Para el autor, el presente estado de las sociedades humanas se ha vuelto intolerable y si la historia algo nos dice es que, a su debido tiempo, no será más toleradoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de febrero de 2016, p. 6

En la presentación del libro El tiempo del despojo: siete ensayos sobre un cambio de época (Editorial Itaca), Adolfo Gilly, autor con Rhina Roux, expresó: Es materialmente imposible e impensable que en esta fecha, 28 de febrero de 2016, en el mundo de tecnologías y prodigios del cual estamos hablando, el gobierno federal de esta república ignore dónde están los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos y quiénes fueron los autores y encubridores del imborrable e imprescriptible crimen de desaparición forzada. No lo pueden borrar, nunca, nunca más, y en la historia tampoco la sangre esa no se le borra y la van a llevar.

En el acto, en la Feria Internacional del Libro (FIL) del Palacio de Minería, acotó: Aunque el papa Francisco se haya callado, no haya recibido a los padres y madres, y no les haya dicho ni una sola palabra, esa tan sencilla que ellos esperaban, el crimen es indeleble y será permanente mientras no sepamos dónde están. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Respecto del libro, cuya portada reproduce una litografía de Rafael Barajas El Fisgón, Gilly señaló que no habla de políticas, sino de épocas. Dice que estamos en una era nueva y que, en las condiciones y coordinadas de hoy, nos es preciso encontrar las fuerzas humanas y las formas sociales de organización para resistir y revertir este ataque epocal contra nuestras vidas y contra nuestra relación, como especie humana, con la naturaleza, con el planeta y con nuestra vida misma como tal especie.

No es “apocalíptico lo que decimos. No es un mito bíblico hecho realidad. Es la simple y sencilla descripción de dónde estamos, lo cual nada tiene que ver con la política y sus protagonistas, tampoco con vínculos y formas de organización cuyos sujetos se han ido desvaneciendo en la turbulencia de los cambios en la sociedad, en los mundos del trabajo urbano y rural, y en sus tecnologías en las cuatro décadas anteriores, este mundo de hoy, que para la mayoría de la humanidad –las generaciones menores de 40 años– es el único que han conocido como realidad cotidiana, y mundo de la vida y la experiencia”.

Es un proceso de larga duración y no un simple cambio de políticas neoliberales. O el nombre que la moda les otorgue. Es época, no política, reiteró el colaborador de La Jornada.

De este mundo nuevo tratan los siete ensayos del libro: “Venimos de las grandes revoluciones del siglo XX y también de sus guerras interminables que desbordan y se extienden en formas nuevas en este siglo. Estamos en el gran desastre heredado y agravado sobre la naturaleza, las sociedades y el trabajo humano. Son hoy más feroces los poderosos y los ricos, y brotan nuevas furias de los antiguos y los nuevos condenados de la tierra.

De su organización y sus afanes trata también este libro. Pues el presente estado de las sociedades humanas se ha vuelto intolerable y si la historia algo nos dice es que, a su debido tiempo, no será más tolerado.

Rhina Roux expresó a continuación que “no pensamos esta reformación simplemente como modelo económico o como problema de políticas públicas, sino como cambio epocal. Cuando decimos eso hablamos de una reconfiguración histórica profunda en los modos de dominación, en las formas políticas y estatales, en la subjetividad, en los entramados culturales y, por supuesto, en el espacio global.

El fundamento teórico último de la interpretación de estas siete reflexiones es para nosotros la relación de confrontación, resistencia, oposición, entre capital y trabajo vivo; es decir, a la vida humana sufriente, gozante, pensante, que es finalmente el nervio activo de este proceso que llamamos capital. Ya que la historia nunca es blanco y negro, Roux animó al auditorio a no deprimirse, sino a organizarse, que no basta la denuncia moral, que hay que pensar este nuevo mundo en sus posibilidades y sufrimientos. En el libro hay una invitación a la reflexión con rabia, indignación, pero también con esfuerzo de serenidad.

Según Rafael Barajas, los autores ponen el dedo en la llaga cuando afirman que vivimos un cambio de época, y me temo, para mal. Hemos perdido la iniciativa de los pueblos. Este sector que se conoce como la izquierda ha perdido la iniciativa. Vivimos un cambio de época y no sabemos qué hacer. El conjunto de los siete ensayos y prólogo del libro, a diferencia de muchas otras compilaciones, forma un análisis muy coherente y estructurado.

El caricaturista se refirió a dos capítulos, Planeta sin ley, de Gilly, que plantea más que un modelo económico inspirado en las tesis de David Ricardo, lo que él denomina neoliberalismo es una forma de dominación de despojo y apropiación privada tanto del producto social excedente como del patrimonio social sustentado en una subordinación de la ciencia al capital, que va más allá de todos los límites antes imaginados.

En El príncipe fragmentado, Roux habla de lo que ha ocurrido con el Estado en los años recientes.

La Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería concluye hoy.