Colegas, alumnos y amigos celebran al historiador y lingüista, quien cumple 90 años
siempre ha mostrado el rostro multicultural del país
Mi ndalihi (saludo) al maestro desde nuestra identidad mazateca, expresa Juan Gregorio Regino
El resto de los mortales han sido partícipes de su producción intelectual, dice José María Muriá
Martes 23 de febrero de 2016, p. 5
El multifacético Miguel León-Portilla (CDMX, 1926), genio que alza la voz cuantas veces sea necesario en defensa de lo más profundo de nuestra cultura, cumplió ayer 90 años.
Con este motivo, La Jornada difunde el beneplácito de colegas, amigos y alumnos del autor de Visión de los vencidos, maximo estudioso de filosofía náhuatl.
Leonardo López Luján, arqueólogo
Sabio entre los sabios, Miguel León-Portilla es de esos personajes en el mundo intelectual del país que resultan difíciles de asir y cuyo quehacer multifacético no puede ser definido de manera simple. Su legado, que es el nuestro, no sólo resulta de proporciones ciclópeas, sino que abarca campos totalmente disímbolos.
Encarnizado polemista y orador que sabe cautivar como nadie a su público, León-Portilla ha abordado con lucidez prácticamente todos los ámbitos de la historia antigua de nuestro país, siendo el pionero en numerosos temas y encontrando la clave para resolver muchas incógnitas fundamentales.
Alfredo López Austin, historiador
Es uno de los rotuladores de los estudios de la tradición de lengua náhuatl en el centro de México en el posclásico.
Juan Gregorio Regino, poeta y etnolingüista mazateco
Ndalihi, un saludo, un puente, un diálogo diáfano. Ndalihi, en el horizonte mazateco, es abrir las manos, dejar que el rostro mire y el corazón se abra en forma de saludo, reverencia y buenos deseos; cuando encuentro al maestro Miguel León-Portilla, devuelve mi saludo con esta palabra.
Su buen humor seduce, su conocimiento del náhuatl va más allá; en broma me dice que haga una nueva versión de mi poema Las mujeres de don Juan, que habla de un hombre que tiene tres mujeres y vive con ellas en la misma casa, reímos e imaginamos cómo podría quedar. Percibo humildad, solidaridad, generosidad y grandeza, me hace sentir que mi lucha es la suya, y que cuento con él.
En antologías de poesía indígena contemporánea que ha publicado, incluye no sólo muestra de literatura náhuatl, de la cual es autoridad, sino también otras poéticas en maya, zapoteco, mixteco, tzotzil, tzeltal y ñañú.
Un hombre empeñado en mostrar el rostro multicultural de nuestra nación, con sus creadores e intelectuales vivos para escribir nuevos capítulos de Visión de los vencidos, título que hoy queda en entredicho.
Dueño de una imaginación humanista que rompe con viejos esquemas e instituciones; crítico de la visión reducida de Estado para un reto tan grande como es nuestra diversidad cultural. Tiende puentes entre las culturas, ilumina nexos, es una figura clave para el espíritu creativo, una personalidad que ha influido en la memoria del pueblo mexicano.
Desde el corazón de los floridos cantares mazatecos, mi ndalihi a nuestra usanza y un fuerte abrazo fraternal para él desde la otra parte de nuestra identidad.
José María Muriá, historiador, escritor, museógrafo
Es uno de los intelectuales y académicos mexicanos más distinguidos. Su quehacer es minucioso y científico, trasciende el ámbito académico, de forma que el resto de los mortales y de la sociedad han sido partícipes en sus investigaciones, cualidad que pocos intelectuales tienen: saber comunicar. Escogió un tema que es la obra de su vida: la revitalización o vitalización de las culturas prehispánicas, lo cual ha contribuido a que México tenga mayor comprensión de sus culturas originarias y, aunque aún falta mucho por caminar, gracias a él se ha avanzado en ese camino.
Su primer trabajo, su tesis doctoral, la hizo cuando se decía que no existía la filosofía prehispánica, que se necesitaba estar loco para pensar que la hubo antes de que llegaran los españoles. León-Portilla tapó la boca a toda esa bola de seres con cerebro colonizado.
Fabiola Palapa, Ángel Vargas, Carlos Paul, Alondra Flores, Reyes Martínez y Jon Miren