No te vayas, pedían los fieles fuera de la nunciatura
Jueves 18 de febrero de 2016, p. 5
La mañana de ayer el papa Francisco se despidió de la Ciudad de México. Salió a pie de la nunciatura apostólica para decir adiós a los cientos de fieles que abarrotaron desde temprano las calles cercanas con la esperanza de recibir una bendición.
A las 7:50 de la mañana, el pontífice se acercó a un grupo de enfermos, ancianos y niños, que lo abrazaron y besaron. Francisco les pidió que rezaran por él.
¡Te queremos, Papa, te queremos! No te vayas
, decía la multitud de fieles.
A las 7:56, el obispo de Roma abordó el papamóvil que lo trasladó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y de ahí emprendió el vuelo a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde celebró las últimas actividades de su visita.
Fue el día en que más personas llegaron a las inmediaciones de la nunciatura, donde el Papa durmió todos las noches de su viaje a México, que comenzó el 12 de febrero. En las calles aledañas, cercadas con vallas para permitir el paso del vehículo papal, no quedó prácticamente ningún espacio para mirar el paso del pontífice.
Los mortales, sin acceso al Papa
Al igual que otros días, muchas personas llevaban bancos o escaleras para ver por encima de la multitud que se arremolinaba para tratar de saludar a Francisco aunque fuera desde lejos. Hubo quien, como Milagros Quezada, lamentó que los mortales no podamos acercarnos al Papa
, pues sólo se permitió el acceso a la zona más cercana a la nunciatura a quienes tenían pases especiales.
Minutos antes de salir de la nunciatura, Jorge Mario Bergoglio recibió en audiencia privada a enfermos y personas que participaron en la organización de su visita al país. También se presentaron ante el Papa personajes como Humberto Roque Villanueva, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación.
Luego escuchó a un mariachi que le cantó Las golondrinas y Cielito lindo para despedirlo. Saludó a todos los integrantes del grupo musical y se fotografió con ellos.
Ya no volverá
, sollozaba una mujer cuando lo vio salir de la nunciatura. Bergoglio la saludó y la bendijo desde el papamóvil, al igual que a cientos de personas que estuvieron ahí para decirle adiós. Cuando el pontífice se fue, muchas se quedaron ahí: unas llorando, otras sonriendo. ¿Valió la pena la desmañanada?
, se preguntaban. Claro que sí
.