Es lamentable que las notas de color eclipsen al contenido
Viernes 12 de febrero de 2016, p. 15
Hoy por la noche arriba el papa Francisco a México. Aterrizará en el aeropuerto Benito Juárez procedente de La Habana, donde sostuvo un histórico encuentro con el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa; un acercamiento que no ocurría desde el cisma de 1054 que marcó la gran escisión de la cristiandad con las Iglesias de oriente. El papa Francisco llegará con aire renovador a un país estancado. Una población que lo recibirá con los brazos abiertos, pero con esperanzas marchitas, un pueblo que espera con devoción la presencia de una persona cándida y sincera que goza del más alto grado de aceptación en la comunidad mundial.
Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el primer papa jesuita y latinoamericano. Habla nuestro idioma y conoce bien nuestros problemas, porque en su ejercicio pastoral en Argentina las circunstancias, con matices, son parecidas. No es ajeno a la pobreza, la violencia, la injusticia y la corrupción imperante en nuestra región.
Electo en la fumata blanca del 13 de marzo de 2013, Bergoglio se convirtió en el primer papa de los tiempos modernos que sucedió a su antecesor con vida después de la renuncia al solio de San Pedro de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, quien renunció al cargo el 28 de febrero de ese mismo año. Todavía hoy ejerce como papa emérito retirado en los jardines del Vaticano dedicado a la oración, la investigación y la escritura de libros.
Bergoglio asume el pontificado bajo circunstancias dramáticas de crisis y descrédito mundial de la Iglesia. Por ello, Francisco está obligado a limpiar y reformar la Iglesia enfrentando una poderosa resistencia principalmente de la propia curia que ve afectados no sólo su estatus sino privilegios y beneficios económicos.
Corriere della sera, en un reportaje, dio porcentajes del alcance del consentimiento-disidencia entre la curia en torno al papa Francisco. Sería 20 por ciento que aprueban el estilo, las propuestas y son sus partidarios; 70 por ciento la denominada mayoría indiferente
, flota y espera simplemente otro Pontífice. Y 10 por ciento el núcleo duro de los opositores
. Sin embargo, su tamaño es engañoso, porque está constituido por prelados del más alto rango en la estructura de funcionarios del Vaticano.
A diferencia de Benedicto XVI, el papa Francisco goza del apoyo de los grandes medios de comunicación seculares a escala internacional. Quienes ven con simpatía las iniciativas reformistas del Papa argentino. Esto ha favorecido para que Bergoglio se haya convertido en un fenómeno mediático; tiene virtudes naturales, utiliza una manera sencilla de comunicación, habla de manera directa y simple para que le entiendan sus interlocutores, principalmente la gente común y corriente. No es sofisticado como Benedicto XVI, que había que traducirlo, interpretarlo, o hacer hermenéutica de sus discursos. Tampoco utiliza el estilo mesiánico de Juan Pablo II. Francisco es llano que reditúa en franqueza, así como el recurso de la comunicación de los gestos austeros y las actitudes afables, que muchas veces tienen mayor impacto.
Hay muchas expectativas por los mensajes sociales que pronunciará Francisco en México. Éstas se desprenden de los lugares que ha elegido: San Cristóbal, Morelia, Ecatepec y Ciudad Juárez, principalmente. Francisco ha cuestionado el sistema económico imperante en las sociedades contemporáneas. Sus detractores lo tachan de ser un Papa anticapitalista
. Sin embargo, sustentado en la doctrina social de la Iglesia pone en tela de juicio el excesivo poder entre los medios de producción sobre el trabajo; la inhumana concentración de la riqueza en una minoría que produce profundas iniquidades. Tanto en su exhortación apostólica Evangelii gaudium (2007), como su célebre encíclica Laudato si’ (2015), Francisco ha reiterado que el sistema económico mundial se ha pasado de rosca
y ha provocado las mayores desigualdades, injusticias y exclusiones en la historia moderna de la humanidad.
Es importante estar atentos a los planteamientos y reflexiones que ofrezca Francisco en México, pero también es sustancial observar el tipo de recepción y reacciones de la propia sociedad mexicana. Las manifestaciones populares, los reflejos que expresen las dirigencias políticas y los diversos estamentos del clero mexicano, empresarios, etcétera. Ante los mensajes sociales, la clase política como la propia jerarquía católica los aplaudirá para que luego se les resbalen y al poco tiempo se olviden. Sólo les interesa la foto, la anécdota y la alegoría del contacto papal.
Por ahora quiero detenerme en uno de estos actores que ya han empezado a mostrarse, me refiero a los medios de comunicación. Diversas emisoras radiales y principalmente la televisión abierta, exaltan en la narración reiterativa de datos inútiles. ¿Qué comerá el Papa? ¿Quién compuso la canción?, ¿cómo construyó la silla?, ¿qué materiales para tejer la estola?, etcétera. Se enaltecen los sentimientos y emociones hasta el lagrimeo y el éxtasis. Se sublima el efecto que causa el visitante entre las personas que acuden masivamente a los actos. El color predomina sobre los contenidos; se machaca con una exageración melosa los atributos del personaje y se le rinde culto a la personalidad. Se opera una conversión en los aparatos televisivos del sentido de lo religioso. Muchos conductores y reporteros se convierten en improvisados telepredicadores de banqueta. La emoción, los sentimientos afloran aun en aquellos periodistas que no son creyentes o, peor aún, incluso en aquellos que profesan otra religión. Mientras las circunstancias del país y del propio papado han cambiado, las coberturas mediáticas preponderantes están estancadas en las viejas fórmulas de las primeras visitas. Ya somos un país adulto que requiere emisiones respetuosas de la fe de los mexicanos, pero también transmisiones objetivas, equilibradas y analíticas. Es vergonzoso observar cómo se lucra política y económicamente del visitante, ¿por qué convertirlo en una mercancía? La jerarquía local se convierte en cómplice al permitir eventos coreografiados al estilo Super Bowl que tanto Televisa como Tv Azteca realizarán en los estadios de Tuxtla como de Morelia. Conviene recordar que aún gozamos de un Estado laico que garantiza no sólo las libertades de creer o no creer, y la separación entre la política y la religión, sino que el Estado debe salvaguardar la equidad entre las diversas confesiones.