Representantes de grupos defensores de derechos humanos y de organizaciones religiosas pidieron al papa Francisco reunirse con víctimas de la violencia, especialmente familiares de desaparecidos. Asimismo, le solicitaron un pronunciamiento ‘‘firme’’ ante esta problemática y a la jerarquía católica estar a la altura o ‘‘acompañar’’ las demandas sociales.

Pese a que el programa oficial de la visita no incluye algún encuentro con víctimas, se mostraron confiados en que el pontífice modificará su agenda y abrirá un espacio para atender a quienes claman por justicia.

En diciembre pasado, un colectivo integrado por más de 200 organizaciones y personas, entre éstas el obispo Raul Vera, envió al jefe de la Iglesia católica una carta en la cual puntualizan la ‘‘crisis’’ de derechos humanos, así como la ‘‘tragedia y el horror’’ en el país, derivado de una violencia exacerbada y la omisión o complicidad del Estado.

El caso Ayotzinapa, se indica en la misiva, ‘‘es la punta del iceberg de nuestra tragedia, pero también de nuestra esperanza’’. Lo alertan además acerca del ‘‘ominoso silencio del Episcopado Mexicano frente al horror’’.

‘‘Esos poderes inocuos y contrarios a toda ética y a los principios evangélicos intentarán que tu visita sea controlada, para que no puedas ver ni sentir cómo la tragedia y el horror han puesto su tienda entre nosotros y nosotras’’, señalaron los firmantes en diciembre de 2015.

En conferencia de prensa, Miguel Concha, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, dijo que el Papa ‘‘no soslayará esta grave situación y se referirá a ella con toda la fuerza e intensidad que da para un cristiano enfrentarse a una situación como ésta’’.

Consuelo Morales, de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Premio Nacional de Derechos Humanos 2015), pidió ‘‘no echar el paquete al Papa porque él no es mago’’. La presencia de Francisco ‘‘nos tiene que sacudir a todos y a todas’’. La tarea conjunta contra la impunidad es de todos los líderes religiosos, ‘‘quienes debieran estar en primera fila para exigir alto a la corrupción y a la impunidad’’.

La mera presencia del Papa –añadió– es un llamado a la jerarquía para ponerse de cara a Dios, a los políticos, enfocarse al bien común, y a los ciudadanos a no dejar que la injusticia siga destrozando familias.

‘‘¿Por qué nosotros, que seguimos al señor Jesús, ahorita nos rasgamos las vestiduras ante la impunidad y la corrupción cuando precisamente nosotros, muy cómodamente, lo hemos permitido?’’, expresó.

A su vez, Miguel Álvarez, presidente de Servicios y Asesoría para la Paz, señaló algunos objetivos que debería incluir la visita, como hacer énfasis en la paz a través de la justicia, no con la estrategia de seguridad; retomar el mensaje de esperanza emitido por el obispo Samuel Ruiz, y reunirse con grupos diversos y animarlos a continuar con su lucha.

Por su parte, Víctor Hugo López, del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas –y participante del Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y Populares, promovido por el papa Francisco–, dijo que las organizaciones han hecho un diagnóstico de lo que ocurre en varios países.

En el caso de México, el desafío no sólo es lamentarse, sino plantear soluciones de los problemas, en especial los relacionados con la violencia; en este sentido, la Iglesia católica debe estar atenta a lo que la sociedad demanda y acompañar a la feligresía que denuncia la violencia estructural, expresó.