La fortaleza de Nestora
ientras arrecian las campañas por su libertad, Nestora Salgado, la comandanta de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, ve transcurrir sus días en la torre médica del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan. Son ya 30 meses tras las rejas, 21 de ellos, los peores, en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit, y casi nueve en la Ciudad de México, donde compartió pared con la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, antes de que ésta fuera trasladada a un hospital privado.
La comandanta, como la llamaban la propia Marina y el Ejército, reitera que aunque a algunos no les hayan gustado sus denuncias, ella no es una criminal. Y afirma que si todo este tiempo la han tenido aislada y no puede ir ni a la tiendita a la que tienen acceso el resto de las presas, es quizás “para doblegarme, para destruirme, para volverme loca…, pero quiero que sepan que no lo van a lograr”.
Esta semana se conoció que la ONU pidió al gobierno de México liberar a Nestora Salgado. Thomas Antkowiak, director de la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Universidad de Seattle, advierte que el grupo de trabajo del organismo internacional ha determinado que la detención es ilegal y arbitraria, y que Nestora tiene que ser liberada de forma inmediata
. Entre el cúmulo de irregularidades destaca que en ningún momento Salgado, quien también cuenta con la nacionalidad estadunidense, contó con la asistencia del consulado de Estados Unidos, omisión que amerita la nulidad del proceso, amén del resto de los atropellos.
Tengo la convicción de ser inocente y eso me llena de fortaleza, me llena de coraje, para reclamarles que lo que están haciendo conmigo es una arbitrariedad, es una crueldad. Lo que el gobierno ha estado haciendo conmigo es una represión por algo que ni siquiera fue en contra del gobierno, que fue una lucha por el pueblo, por mis orígenes. Todos tenemos derecho a defendernos, a defender nuestras tierras, nuestros recursos. Eso no me hace delincuente. ¿Por qué tanta crueldad?
, dice Nestora a esta reportera en entrevista en el penal de Tepepan.
Decenas de marchas, campañas de firmas, pronunciamientos de políticos de México y Estados Unidos y de intelectuales y artistas lograron su traslado a la Ciudad de México, donde, aunque cambiaron las condiciones, no puede hacer el ejercicio recomendado para aminorar sus problemas en la médula.
A ella todo le ha costado el doble. Pero la gente no la ha dejado sola. Si se logran demostrar las irregularidades de su detención y encarcelamiento, ella saldrá en libertad y, no lo duda, seguirá luchando.