La relación Estado-Iglesia transita por vías constitucionales adecuadas y una normalidad que a todos beneficia. No estamos enfermos de un jacobinismo trasnochado ni olemos a sacristía, sostuvo Humberto Roque Villanueva, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación (SG), al participar en el seminario para periodistas que realizó la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) por la visita del papa Francisco.

Destacó que México necesita la comunión de principios espirituales para retomar la vía de los valores, en un contexto de laicidad que significa neutralidad y respeto a las diferentes formas de pensar en materia religiosa de los mexicanos y que redunden en beneficio de la convivencia pacífica de los mexicanos.

Especificó que el Estado será totalmente receptivo al mensaje del Papa. Verá y escuchará con satisfacción y cuidado sus expresiones en torno de los temas de migración y pobreza, ya que el gobierno no piensa que ellas puedan tener una consecuencia política inconveniente. En todo caso, serán un aliciente para mejorar las políticas públicas.

Tanto en su participación en el seminario como en entrevista posterior, Roque Villanueva precisó que a Jorge Mario Bergoglio se le dará un trato como mandatario del Estado vaticano para que tenga garantía de seguridad durante su estancia en el país; la visita será de carácter pastoral. No hay participación del Estado en la visita del pontífice, excepto la recepción en Palacio Nacional.

Respecto del señalamiento de la Arquidiócesis Primada de México, mediante el editorial del semanario Desde la Fe, de que la estrategia gubernamental no ha logrado abatir la inseguridad ni la violencia, el funcionario apuntó: Fue exagerada. Estoy de acuerdo en que hay omisiones, tal vez deficiencias, en la política pública de seguridad, pero el Estado no es el único que tiene que propiciar un clima adecuado para ella. Si estamos hablando de relación entre Iglesia y Estado, hay una corresponsabilidad de las iglesias de formar buenos feligreses y ciudadanos. Si todos cumplimos con esa misión, la tarea del Estado sería mejor.

Aclaró que los gobernadores de los estados que utilizan la figura del Papa para promoverse deben respetar el principio del Estado laico. Los mandatarios tienen derecho a expresar públicamente su creencias religiosas, pero no hacer de éstas un arma política.