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Puntos sobre las íes

Recuerdos XIX

N

ada de cuentos

Mil y mil gracias a tantas personas que me hicieron llegar su reconocimiento por todo lo escrito acerca de don Tomás Valles, empresario de la Plaza México llevado por su propósito de darse a conocer en el país y así acceder a importantes puestos de la política mexicana y, sobre todo, por su deseo de llegar a ser gobernador de su estado natal –Chihuahua–, lo que, a la postre, no pudo hacer realidad debido a los vaivenes, esos que son el pan nuestro de cada día en la polaca, según su propia confesión en la última parte de la interesantísima plática que tuvimos con el norteño.

Todo un hombre.

Así que… Manos a la obra.

Al preguntarle si le habían jugado rudo cuando todo parecía indicar que sería el bueno para dirigir los destinos de su amado estado por seis años, contestó: Tanto como jugarme rudo, no; lo que pasó es que fui desterrado.

–¿Y eso?

–El entonces presidente de la República, don Adolfo Ruiz Cortines, por conducto de su secretario particular, me citó para una tarde en Los Pinos, acudiendo yo más que ufano, creyendo que sería el bueno.

–¿Y no lo fue?

–Bueno… la verdad sea dicha, el viejo me dio una maravillosa lección de lo que es saber torear y que nunca he olvidado.

–¿Y eso?

–Qué Armillita ni que Joselito o Domingo Ortega… comenzó por decirme que mis trabajos como diputado y senador eran dignos de reconocimiento y que, además, lo que había logrado al frente de la Ceimsa lo había impresionado; tantas cosas más me dijo que me sentía ya gobernador, y más cuando me comentó que era justo que fuera recompensado con toda justicia y que por ello su gobierno había tomado la decisión de nombrarme embajador extraordinario y plenipotenciario ante los países de Europa, y que me fuera a ver al secretario de Relaciones Exteriores para los trámites necesarios y el anuncio oficial de mi nombramiento. Así que ¿cómo la ve? Era un verdadero costal de mañas y ante esa toreada no tuve más remedio que decirle gracias, muchas gracias y espero que pueda yo representar a México debidamente.

–Estoy seguro de ello, don Tomás.

–Y fue así cómo acabó mi paso por la polaca.

Y fue así cómo terminó mi plática con aquel maravilloso hombre.

Pocos como él.

* * *

Hubo más.

Muchos más.

Han desfilado a lo largo de la historia de la Plaza México muchos empresarios a los que conocí –y a muchos de ellos traté– y que no puedo dejar en el tintero de mis recuerdos, entre ellos al doctor Alfonso Gaona y de Lara, quien propiamente no fue doctor, sino optometrista y que para eso de saber torear tenía lo suyo.

Una barbaridad.

Su paso por la más hermosa de las fiestas fue tan variado –exitoso como dejando que desear–, tan querido y estimado, como criticado y combatido y, sobre todo, muy duradero, ya que estuvo por muchos años al frente de la México, eso sí con muchas interrupciones y si por ahí alguna vez un informador tuvo el atrevimiento de escribir que fue el antecesor de Rafael Herrerías Olea al frente del coso de Insurgentes, vaya que la regó.

No, señor, no hubo tal y hubo otros varios que ocuparon ese puesto, unos con buena fortuna y otros que no la tuvieron.

Y vamos a los hechos.

El doctor, a quien a finales de su paso por Insurgentes rebautizó el entonces novillero –y hoy día matador de toros– Rodolfo Rodríguez El Pana como el doctor Ganona, fue hombre de muchas pasiones, de muchos afectos y de no pocos contras. En una de tantas dificultades fue demandado por la propiedad de la plaza, lo que desembocó en un prolongado ayuno y quien fue amigo de quien esto escribe y colaborador de El Redondel, don Aurelio Pérez Sánchez, fue a cantarle al oído al licenciado Tulio Hernández, si mal no recuerdo presidente del PRI en la capital, que se analizara la posibilidad de requisar la plaza considerándola de utilidad pública, ya que la afición reclamaba gozar de la fiesta brava y que las fuentes de trabajo, directas e indirectas, reclamaban se tomara el toro por los cuernos.

Don Aurelio creyó que sería el elegido, pero no hubo de piña, ya que el gobierno del DF nombró a un trío para manejar el coso: Jesús Arroyo, Eduardo Azcué y Javier Jiménez Espriú, que hasta vuelta al ruedo dieron en son de triunfo.

Continuará...

(AAB)