ace varias semanas tuve la oportunidad de conversar con el doctor Carlos Arámburo de la Hoz cuando todavía ocupaba el cargo de coordinador de la Investigación Científica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además de ser una persona extraordinaria, Arámburo es un gran conocedor del desarrollo de la ciencia y la tecnología en México.
En esa ocasión me explicaba cómo en nuestro país estas actividades paulatinamente iban dejando de ser un atributo del Distrito Federal o de una institución en particular, para adquirir una mayor presencia en otras entidades federativas. Varios años atrás, se podía decir, por ejemplo, que la UNAM concentraba la mayor proporción de científicos integrantes del Sistema Nacional de Investigadores, y esto ya no es así; pero no porque la ciencia universitaria se haya debilitado; por el contrario, ésta se ha fortalecido, lo que ocurre es que se ha incrementado la investigación que se realiza en otras regiones de la República Mexicana. El necesario proceso de descentralización científica por el que se ha luchado desde hace muchos años se encuentra en marcha y es ahora una realidad.
Un ejemplo muy claro es lo que ocurre en Yucatán. El pasado 3 de diciembre el Presidente de la República inauguró la primera etapa del Parque Científico y Tecnológico en ese estado, el cual cuenta con una inversión de más de mil millones de pesos.
Dentro de las obras que se pusieron en marcha, se encuentran el Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico Heuristic, el Laboratorio de Inocuidad y Trazabilidad del Sureste Mexicano, y una planta piloto procesadora de alimentos. En ese escenario, el titular del Poder Ejecutivo promulgó las reformas a las leyes de Ciencia y Tecnología y Federal de Responsabilidades Administrativas de los servidores públicos, una de las reformas más trascendentes para la vinculación entre los sectores académicos y las empresas.
Yucatán es una de las entidades que cuentan con una importante masa crítica de investigadores, que si bien todavía es pequeña en número, es una de las más sólidas y de mayor nivel en el país. De acuerdo con la clasificación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología sobre el desarrollo de la ciencia en los diferentes estados de la República, está en el grupo de entidades en etapa de transición hacia una economía basada en el conocimiento, y es de esperarse que si sus científicos cuentan con el apoyo requerido, pronto se ubicará en la etapa siguiente de estados consolidados.
Recientemente el gobierno de Yucatán envió una iniciativa al Congreso estatal para crear la Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior, con el fin de darle mayor jerarquía a las actividades en este sector.
Los proyectos de investigación científica, tecnológica y de innovación que se realizan en ese estado del sureste mexicano, no sólo son de calidad, sino además tienen gran pertinencia social, como lo demuestra la iniciativa de varios científicos yucatecos, encabezados por el doctor Alfonso Larqué Saavedra, sobre el Brosimum alicastrum, conocido popularmente como árbol ramón.
El pasado viernes 4 de diciembre se realizó en Mérida el encuentro titulado El sector forestal en apoyo a la cruzada contra el hambre y el cambio climático, en el que Larqué Saavedra hizo su propuesta, la cual, de concretarse, podría ser una pieza clave para enfrentar el grave problema del hambre, no sólo en Yucatán, sino en todo el país y contribuir además a mitigar los efectos del calentamiento global.
El árbol ramón ha sido estudiado desde el punto de vista científico por el grupo de Larqué. Produce una semilla que puede convertirse en harina, la cual contiene gran cantidad de proteínas (13 por ciento), carbohidratos, diversos minerales como calcio, potasio y zinc; ácido fólico, y diversas vitaminas. Con la harina pueden producirse purés, pastas, masa para tortillas, atole, tamales, e incluso postres con alto nivel nutricional. Para el consumo humano, explicó Larqué –quien obtuvo en 2002 el Premio Nacional de Ciencias y Artes–, se requiere que se hagan empresas para la producción y comercialización de harinas pensando en las personas que más lo necesitan.
El árbol ramón puede alcanzar 30 metros de altura y es un sumidero de carbono con gran capacidad para absorber contaminantes atmosféricos, por lo que las plantaciones pueden contribuir a mitigar los efectos del cambio climático. En el encuentro participaron el licenciado Rolando Zapata, gobernador del estado, y el doctor José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, quien respaldó la iniciativa. Dijo que Yucatán tiene en sus manos un proyecto que puede ser transformador para México.
Lo anterior es una muestra del avance y la capacidad actual de la ciencia yucateca para contribuir al desarrollo del país.