hocolate, chocolate… molinillo, molinillo… y chupe… En la tarde nublada llegaban los aficionados expectantes y decepcionados salieron ante la lidia imposible de los toritos de don Fernando de la Mora; parados, tambaleantes, algunos defendiéndose a tono con los cabales que aún vamos quedando
reumáticos, tose que tose y refunfuñando. El molinillo se repitió a lo largo de la tarde. Toritos disparejos de presentación y de juego desigual. Tan débiles que se defendían tirando cornadas.
El Juli y El Payo decidieron boxear con los toritos cuerpo a cuerpo e incluso El Payo se llevó tremendo revolcón. En especial con el primero y el segundo de la tarde. Este último devuelto a los corrales por impresentable.
Apareció el tercero más débil y molinillo alrededor de los toritos que estaban prácticamente parados. El Juli entusiasmó a las guapas de los tendidos y ¡oh sorpresa! le dieron dos orejas. En el mismo tenor, pero con menos oficio siguió el molinillo con El Payo para tener sus orejas. En suma apoteosis de los toreros. Los cabales no dábamos crédito.
Pero salió el quinto de la tarde chocolate, agua azucarada y aguardiente madrileños y a jugar al molinillo del torero español; pases y más pases, variaciones fueron dos o tres tandas al final en que reapareció el torero relajado, tranquilo, obligando a seguir el trazo del torito de De la Mora, que no tenían emoción. Cosas de los toreros, la emoción de El Juli no fue suficiente. Pinchazo y estocadón y ¡oh sorpresa nuevamente! los aficionados mareados ya no podían sacar los pañuelos y no hubo orejas ni rabo, el torero se conformó con vuelta al ruedo.
A El Payo le devolvieron el sexto, más impresentable y apareció en la puerta de toriles guapo toro de los antiguos Tequisquiapan y molinillo, molinillo de verdad con la jiribilla del burel.
Salí del coso a buscar azucarillos, brandy y, claro, chocolate molinillo y a degustar las orejitas Del Globo, la corrida me despertó el deseo azucarado del molinillo molinillo.