Carneros
urante cuatro décadas Gummi y Kiddi, dos hermanos sexagenarios, viven a pocos metros uno del otro sin dirigirse la palabra. Su enemistad es testaruda e intransigente, también misteriosa, pues nadie en la comarca recuerda a ciencia cierta el motivo de la disputa. La trama de Carneros (Hrutar), cinta islandesa de Grímur Hákornason, es sencilla, pero sus derivaciones sociológicas y morales son múltiples y muy sugerentes.
En la gélida comarca ganadera donde transcurre esta historia, la subsistencia de los pobladores radica de modo casi exclusivo en la comercialización del ganado ovino. Por ello, cuando en la región se declara el brote de una enfermedad altamente infecciosa (la tembladera), que afecta el cerebro de las ovejas, y se debe sacrificar a la totalidad del ganado, el acontecimiento cobra tintes de tragedia y trastorna la, hasta entonces, apacible convivencia comunitaria.
A partir del reducido espacio de esa colectividad ganadera, Carneros describe el impacto de una crisis económica que orilla a algunos granjeros a la penosa decisión de abandonar sus tierras y emigrar a espacios más venturosos. También alude a la precaria ayuda estatal que no soluciona el problema.
Esta vertiente social que aborda la amenaza del desempleo y la subsistencia menesterosa, y que en otros ámbitos generaría un drama realista al estilo de lo planteado por el cine del británico Ken Loach, se conjuga aquí, de modo eficaz, con un buen tratamiento humorístico.
La relación amor-odio de los dos hermanos, la apuesta de cada uno de llevar una existencia de ermitaños, privada de mujeres, y atenta de modo singular a la amorosa atención de los animales que son a la vez compañía y sustento material, evoca una organización doméstica arcaica, casi intemporal, culturalmente ajena a toda socialización moderna.
En ese espacio natural de inclemencias climáticas, tan cercano a las heroicas narrativas de Jack London, o a esa otra cinta islandesa (Historia de hombres y caballos, Erlingsson, 2013), las maniáticas desavenencias y rivalidades pueriles de los dos hermanos se vuelven el contrapeso de un drama que va creciendo en intensidad hasta abandonar el aspecto estrictamente social para volcarse de lleno, en un último segmento conmovedor, en una parábola de la solidaridad moral y el entendimiento humanista.
Premio de la sección Una cierta mirada, de Cannes 2015. Una cinta estupenda. Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional, a las 12 y 17:30 horas
Twitter: @Carlos.Bonfil1