El periodista presenta su primera novela en el Feria Internacional del Libro en el Zócalo
No hay que esperar que intelectuales de mi edad provoquen movimientos eficaces, señala
Las pautas de un género a veces no permiten a los autores soltar todo lo que tienen adentro
Jueves 15 de octubre de 2015, p. 4
Cuando se ha pasado la vida interesado en la realidad social y política de un país y un continente, como documentalista o ensayista, crece la necesidad de contar esa realidad de otra manera, llegar a más personas y permitir una reflexión más profunda de lo que sucede. Esa necesidad llevó al periodista Jean Francois Boyer a escribir Lágrimas de volcán, su primera novela, que se presenta este sábado 17 de octubre en la Feria Internacional del Libro en el Zócalo.
El libro, publicado por la editorial chilena independiente Ceibo Ediciones, en su colección Narrativa, habla del narcotráfico, pero más allá de los jóvenes que se han perdido en un mundo donde ya los sueños de cambio fueron cortados por el marketing y el consumismo. Es acerca del pasado, de la lucha por el fin de los gobiernos dictatoriales en América Latina, pero también del presente y de la violencia que lo caracteriza.
Lágrimas de volcán es totalmente ficción, pero se enraíza en una realidad cotidiana. Probablemente muchos autores que están en contacto con la realidad política y social, periodistas, activistas, universitarios, llegan al momento en que se dan cuenta de que las pautas que les impone cierto género, el libro académico, el ensayo de investigación, etcétera, no les permiten soltar todo lo que tienen adentro
, dice en entrevista Boyer, quien radica en México desde 1993.
No es autobiografía
Cuando has pasado la vida, de una manera u otra, relacionado con la realidad social y política de un país, de un continente, de un mundo, hay cosas que quieres decir de otra manera, hay cosas que quieres decir por medio de personajes, porque tú imaginas que si lo dices a través de un personaje posiblemente puede llegar de manera más fácil y tal vez más impactante al lector
.
La novela habla del narcotráfico, sí, pero, más que hacer un compendio, lo que le interesó al periodista no fueron los datos duros, la cooptación del Estado por el crimen organizado o la corrupción: “Lo que me importa es lo que pasa a nivel de pueblo. Cuando has vivido tanto en este continente y te das cuenta de que un porcentaje enorme de la población latinoamericana, en un momento u otro y abandonando todos los valores –incluso gente que ha peleado para una justicia social, gente pobre– se deja ir, se deja comprar, no reacciona, entonces confías en que todo eso lo puedes hacer sentir de manera más impactante mediante la ficción”.
Boyer, autor de los ensayos L’Empire Moon y La guerra perdida contra las drogas, ha estado en contacto con movimientos de liberación en Argentina, Chile y Sahara Occidental, entre otros, y se dio cuenta de algo: hoy los jóvenes no tienen referencia del pasado. Jean Francois Boyer habla de ello por conducto de los dos personajes centrales: Diego, quien luchó contra la dictadura de Pinochet y participó en los movimientos revolucionarios en Nicaragua y El Salvador, y Julien, un documentalista, quien busca realizar un filme sobre los Guerreros del Norte, el cártel más violento de México. Aunque parezca autobiografía, no lo es.
Los jóvenes no conocen el pasado, añade. “Eso es el drama de Diego, quien vive todos los días encerrado en una casa de seguridad de los Guerreros del Norte, rodeado por tatuados de 18 a 25 años que se juegan la vida, que reconocen que se la juegan, que son valientes de cierta manera, osados por lo menos, y él no entiende lo que ha pasado, trata de entender lo que ha pasado para que un día un joven descontento de la vida –en el país o en el continente– agarre el fusil para darse buenas razones de ser feliz, y cuáles son esas buenas razones: consumir, tener estatus, ‘tengo poder, tengo un fierro, tengo poder porque tengo mucho sexo, tengo poder porque tengo dinero, tengo poder porque puedo matar’, y trata de elaborar de cierta manera en sus conversaciones con Julien una tesis que lo explique, que el modelo económico-social, vigente desde hace 30 años, finalmente ha lavado profundamente el cerebro de la gente, particularmente de la juventud.
“Todavía hay indignados, todavía hay gente que se mueve, pero no es un fenómeno masivo. Esa es la gran pregunta del libro: ¿será posible que las condiciones en las cuales vivimos permitan una toma de conciencia más generalizada? ¿Que el compromiso vaya más allá de un post en las redes sociales? ¿Que el tiempo que la juventud dedica a la satisfacción de su yo empiece a dedicarlo a luchar para tratar de cambiar este mundo? Pero no hay respuesta.”
–Si no hay respuesta ¿hay esperanza?
–Un viejo marxista diría que sí, porque, para utilizar palabras que no se usan más hoy, la acumulación de las contradicciones del modelo puede desembocar sobre fenómenos masivos, pero eso es no tener en cuenta la capacidad de control intelectual, cultural y moral que el modelo tiene sobre las sociedades. Tienen miles de instrumentos a la mano: la televisión, la radio, la publicidad, el cine, una parte importante de las redes sociales; todo eso nos propone un modelo, un modelo de vida, entonces decir no hay esperanza
sería absurdo, porque no lo puedes vaticinar.
Pero hay una cosa que es absolutamente segura y es que todas las cosas que no tendrían que existir en este mundo no desaparecerán sin una toma de conciencia de la juventud. La clave sigue siendo la juventud; es la más eficaz, la más dinámica, la más osada durante un periodo de su vida y no hay que esperar que una bola de intelectuales de mi edad sean capaces de provocar movimientos realmente eficaces; tienen que nacer de abajo, de la juventud, que se tiene que cansar de lo que vive.
(La presentación será este sábado 17 a las 13 horas en el foro Gustavo Sainz, en el Zócalo).