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El kirchnerismo según Ricardo Forster
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uenos Aires. La aparición de Néstor Kirchner tuvo algo de azar, de ruptura, de lo inesperado y fortuito. Por esto me gusta una imagen de Walter Benjamin en el sentido de que la historia no es acumulación, evolución, progresión, sino que es un dislocamiento.

El titular de la Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional (SPN), Ricardo Forster (RF), agrega: Por supuesto que sin la lucha de los movimientos sociales, de los piqueteros, de la crisis del modelo neoliberal y el derrumbe del gobierno de Fernando de la Rúa, no hubiera pasado lo que pasó después. Pero el kirchnerismo fue la quiebra de un decurso.

¿Dislocamiento y decurso con respecto del peronismo?

RF: El kirchnerismo tiene, en efecto, un origen político con mucho detrás. Sin embargo, todo el proceso posterior fue una ruptura de cierta repetición de la vida social y política argentina. Una suerte de reinvención que trajo la novedad, la sorpresa, la conmoción.

¿Cómo transcurrieron las distintas etapas del kirchnerismo?

RF: Primero fue la política de derechos humanos. Una causa que sólo era reclamada por sectores minoritarios, pero que al transformarla en acción le permitió a Néstor interpelar éticamente a la sociedad. Otra etapa fue el conflicto con el sector agroexportador durante el primer gobierno de Cristina. Y la tercera se inició con su muerte prematura, cuando las intuiciones y simpatías dispersas de su política empezaron a tomar fuerza y consistencia.

¿Por qué un político tradicional como Kirchner, quien llega a la presidencia con poco más de 22 por ciento de los votos, prioriza en su agenda los derechos humanos, causa que no garantiza votos?

RF: Néstor fue un político singular. Sentía que estaba en deuda con su generación, con sus muertos, con su memoria política. Así comprendió, con mucha intensidad, que no era posible una reparación de la Argentina sin una nueva política de derechos humanos. Y vislumbró que por allí estaba la posibilidad de un fortalecimiento ético para un proyecto que necesitaba legitimidad y legitimación.

¿Cuál fue la reacción de la sociedad?

RF: La derogación de las leyes de punto final y obediencia debida fue una señal que tuvo un impacto emocional, político y cultural muy fuerte. La vuelta a la trama judicial, los juicios contra los genocidas, la decisión de reformar la Corte Suprema sorprendieron a toda la sociedad. De repente, los argentinos oían a un presidente decir que venía en nombre de una generación diezmada, mientras en el Colegio Militar ordenaba al jefe del Ejército descolgar los cuadros de Videla y otros responsables del terrorismo de Estado (1976-83).

¿Y la de los partidos políticos?

RF: La inmensa mayoría de la sociedad argentina había cerrado el expediente de los derechos humanos. Mal cerrado, pero cerrado. Para el alfonsinismo fue parte de una circunstancia histórica, y al peronismo institucional jamás le interesó el tema. Entonces, Kirchner rompe con una perspectiva, una línea, una historia del peronismo, introduciendo una mirada y acciones económicas, políticas, sociales y jurídicas que fueron perturbadoras para los partidos.

¿En qué consistió su propuesta?

RF: Todas las medidas del primer gobierno kirchnerista revistieron un carácter progresista, de ampliación democrática, de reparación, y que iban dirigidas a salir de la noche social. Lo primero que hace Néstor es acercarse a los movimientos sociales, diciéndoles que el Estado no los iba a reprimir, sino que los iba a incorporar a un proceso de reconstrucción de la vida social.

¿Ahí es cuando surgen agrupaciones juveniles como La Cámpora y otras similares?

RF: No. La Cámpora empieza un poco después, a partir de la ofensiva golpista del sector agroexportador (inicios del primer gobierno de Cristina), junto con las asambleas de los intelectuales de Carta Abierta, el debate sobre la ley de medios, y programas de Tv pública de gran audiencia como 678.

¿Cómo tomó Kirchner los análisis de Carta Abierta?

RF: Néstor llegó a nosotros cuando ya no era presidente y una semana antes de lo que iba a ser el voto contra la ley de retención a las exportaciones agropecuarias. Allí comprendió que Carta Abierta era algo distinto, y de nuestros documentos tomó expresiones como clima destituyente, restauración conservadora, nueva derecha. Con Néstor se dio un diálogo, y en momentos de gran soledad se preguntó: ¿Quiénes son estos tipos? ¿Cómo es que me apoyan estos tipos que vienen del mundo universitario y de la cultura, y que al estilo de las clases medias argentinas, al modo venezolano, son todas antikirchneristas?

¿Cristina lee los documentos de Carta Abierta?

RF: Me consta que sí. Pero no somos usina ideológica o interlocutores cotidianos que nos juntamos con la presidenta para discutir de política. Hubo una sola reunión importante con ella, a inicios de 2009, y por pedido nuestro.