uando las arbitrariedades de España en contra de Cataluña han llegado a su clímax, la boca de esta gente se ha mantenido cerrada, más ahora que la mayoría de los catalanes han levantado la cabeza y pugnan democráticamente por su independencia. No faltan las criadas respondonas que, sin vela en el entierro, salen a vociferar en favor de sus patrones.

Un par de peruanos de los muchos que soslayan las raíces autóctonas de este continente y viven bajo el paraguas espiritual del feroz nacionalismo imperial de la Madre Patria, sin ninguna base digna de respeto aparte de su particular deseo, lanzan diatribas en contra del justo anhelo catalán.

Bryce Echenique, famoso en México por plagiario, dice: No creo que a Cataluña le haga bien la independencia. Su creencia se impone a su desconocimiento de un problema muy complejo y de una postura que, como se ratificará mañana, ha agrupado a un porcentaje altísimo de catalanes. Su imberbe paisano Santiago Roncagliolo, que se reputa de escritor, ve la luz cuando afirma que [la separación de] Cataluña sería una pérdida para España ¡Esto es evidente!, aunque podía haberse preocupado por indagar la razón. Pero el complemento no tiene precio: Lo sería para el mundo hispano ¿Por qué? La petición que los acoge de que Cataluña no se independice de América resulta en verdad estúpida.

Precisamente una de las razones soberanistas de este país es relacionarse directamente con quien lo desee, sin interferencias ni trabas como las que impone España: menos becas de allá para acá y al revés, entorpeciendo los vuelos directos, tratando de desviar la colaboración, etc. Separarse de España, señores Echenique y Roncagliolo, si abren sus ojos, verán que significará a un mayor acercamiento de Cataluña con América Latina.

Tal vez vale recordar que en nuestro mismo continente coinciden, aunque no se entiendan, la América Latina y la España, y que la modernidad catalana seguramente no se entenderá bien con los españolistas americanos, tal como sucede con los latinoamericanos que tenemos un mayor respeto por lo que en verdad son nuestros países y pugnamos por incrementar la descolonización.

Entremezclar, como lo hacen, las estancias en Barcelona de importantes escritores latinoamericanos como García Márquez, quien, por cierto, seguramente no vería mal este proceso, o los beneficios que tantos catalanes nos han traído, para hacernos creer que separarse de esta España cada vez más franquista es independizarse de América, aparte de ser una soberana estupidez demuestra muy mala leche materna.

Más sensata es la postura de Héctor Aguilar Camín, a quien tratan de imbricar en su postura, cuando él, de hecho, no hace sino un llamado a una mesa de negociación a la cual, supongo que lo sabe bien, el gobierno español actual no se ha querido ni acercar. Desde hace más de 10 años, todos los planteamientos catalanes sustantivos han sido siempre objeto de rechazo sin trámite. España es así, ha contestado Rajoy más de una vez.

Mención aparte merecerá la mayor voz de su amo: el más destacado playboy matritense de la actualidad. Un notable escritor que ganó fama denunciando las lacras de su país y renunciando a él cuando sus ahora ex paisanos no lo quisieron de presidente.

Pero él es un hombre importante y merece un análisis especial que vendrá otro día.