¿El país está mejor porque los muertos no suben?
Los medios concentrados de comunicación no están al servicio del capital financiero. Son parte del proyecto de sociedad excluyente del capital financiero. En los países donde la violencia controla la exclusión, éstos la naturalizan y minimizan
Martes 28 de abril de 2015, p. 12
Dice Eugenio Raúl Zaffaroni (1940), ex juez de la Corte Suprema argentina y candidato de su país a encabezar la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “En México y América Latina hay un nuevo genocidio en curso. Estamos asistiendo a una auténtica shoah (N del R: solución final de los nazis)”.
–En Buenos Aires usted asoció el genocidio latinoamericano a la shoah, y la colectividad judía argentina le saltó a la yugular.
–No fue la colectividad. Fue un estúpido que oficia de vicepresidente en la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. Al día siguiente, el presidente de ésta me ofreció disculpas.
–Un modo de reconocer sus años de estudio y textos publicados sobre el derecho penal de los nazis.
–Soy un especialista en (ríe) nazismo penal
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–¿Cómo impacta a México ese nuevo genocidio o shoah?
–Creo que ha llegado el momento de decir la verdad. Televisa y Tv Azteca transmiten la sensación de que la violencia viene del aire, que el mexicano es violento, que hasta la antropología lo confirma. Es una infamia, una auténtica infamia. Es indignante.
–Sin embargo, la historia de México es sangrienta…
–Los padecimientos de México se deben a cinco siglos de colonización. Inferir de ahí la violencia tácita del mexicano es una injuria al pueblo de México que no puedo aceptar.
“El gobierno de México sostiene que estamos mejor porque los muertos no suben…
Esa es la idea de la meseta, que tampoco puedo aceptar. ¿México volvió a la época de Porfirio Díaz y el grupo de científicos racistas que lo rodeaban?
–¿Hay diferencias con la violencia en otros países?
–Comparativamente, entre 150 países de la Organización de Naciones Unidas, 23 superan al año 20 homicidios por cada 100 mil habitantes. De éstos, 18 son de América Latina y el Caribe, más cinco de África. En Honduras, San Pedro Sula registra la tasa más alta del mundo: 80 por 100 mil. El cono sur (Argentina, Chile, Uruguay) presenta tasas muy bajas. Excepto Brasil, con 25 por cada 100 mil.
–¿Qué rol juegan los medios concentrados de comunicación frente al crimen organizado?
–En todo caso, crimen organizado desde el norte. Los medios concentrados no están al servicio del capital financiero. Son parte del proyecto de sociedad excluyente del capital financiero. En los países donde la violencia controla la exclusión, los medios la naturalizan y minimizan. Y en los que no, la maximizan para crear aparatos punitivos y de represión.
–¿Dónde radica el nudo de la violencia?
–En la cocaína. En México, en la locura de Felipe Calderón, apoyada por las palabras que hace poco vino a decir William Clinton: ‘bueno, yo controlé la ruta de entrada aérea y la marítima, y entonces ahora el tráfico de drogas pasa por tierra, por América Central y México’.
–¿Acabar con la violencia sería como resolver la cuadratura del círculo?
–Con la cocaína pasa algo muy claro: la fabricamos en América Latina y nos peleamos por introducirla a Estados Unidos. Pero si de este lado nos quedamos con los muertos, el norte se queda con 60 por ciento de la renta y 100 por ciento del lavado. Que, además, gana vendiéndoles armas a los narcos. Y a nosotros nos prohíben lavar calzoncillos a través del Grupo de Acción Financiera Internacional, obligándonos a tipificar el terrorismo, que sirve para cualquier cosa. Como en Chile, donde la lucha del pueblo mapuche se tipifica como terrorista.
–¿Cree en el mando único de la policía para contrarrestar el poder policial en los ayuntamientos y alcaldías?
–No sirve para nada. Van a comprar al mando único. O al mando único lo van a descontrolar mandos inferiores o medios. Si no se controla el consumo de cocaína en el norte, no hay forma de luchar contra el crimen organizado.
–¿Y la opción de los jueces sin rostro o las fuerzas armadas?
–El poder de la cocaína agujerea lo que sea. Colombia tuvo cientos de jueces asesinados. Y cuando los jueces sin rostro firmaban las sentencias, los únicos que conocían su identidad eran los narcos. En los marcos actuales no hay fuerza que pueda oponerse a semejantes masas de dinero. Lo que metan lo van a corromper.
–O sea, debemos cuidarnos de la policía...
–Es cierto, hay letalidad policial, policías asesinas. Pero en América Latina el mayor número de muertos no viene porque la policía mata. No. El Estado no se ocupa de matar, sino de intensificar las contradicciones y la exclusión social, haciendo que los propios excluidos se maten entre ellos.
–Si no hay cómo luchar contra el crimen organizado, ¿qué le resta al ciudadano de a pie?
–El problema no es el crimen organizado, sino la exclusión social. El capital financiero concentrado busca la instauración de la sociedad 30/70: 30 por ciento de incluidos, 70 de excluidos. Los cosacos del zar ya no son necesarios para frenar el descontento social. Los nuevos poderes represivos son más insidiosos y perversos: medios masivos de comunicación-capital financiero-seguridad.
–¿Qué hacer con el Poder Judicial si los jueces que aseguran ser independientes, imparciales, no lo son?
–El juez es un ser humano y ciudadano que tiene los mismos intereses y participa como cualquier otro. Pero, bueno, la imparcialidad es el atributo principal de la justicia independiente. La imparcialidad tampoco es la idealización de un juez, como una suerte de superhombre apolítico, aideológico, asexual. Si en la justicia hay alguien que pretenda ser así, que se vaya al Himalaya.
–¿Cómo se logra la imparcialidad en la administración de la justicia?
–Con pluralismo. La imparcialidad dentro del Poder Judicial se consigue con pluralismo y debates internos. Es la única forma para que la justicia no caiga en el desprestigio y sufra pérdida de credibilidad frente a la opinión pública.
Amplia trayectoria
Pionero de la explicación del genocidio con base en la teoría criminológica, el perfil curricular de Raúl Eugenio Zaffaroni podría llenar una plana completa de este periódico. Graduado en la Universidad Nacional de Buenos Aires, el ex juez de la Corte Suprema de Argentina completó su formación en México, donde fue discípulo del reconocido penalista Celestino Porte Petit (1910-2002) y de Alfonso Quiroz Cuarón (1910-78), investigador del asesinato de León Trotsky.
Nadador de larga distancia, fumador sereno, Zaffaroni es un hombre informal y accesible que siente a México con alma y corazón. En Buenos Aires atesora una de las bibliotecas más completas de su especialidad (15 mil títulos), y docenas de distinciones, honoris causa y galardones extendidos por medio centenar de instituciones académicas de América Latina y Europa. Ha publicado más de 25 libros, entre manuales e ineludibles tratados de criminología y derecho penal.