No le tengo confianza
sí resumió Nicolás Maduro las palabras que dirigió a Barack Obama en Panamá. Fue Maduro quien lo dijo, pero fue también, con seguridad, el sentimiento de la mayor parte de quienes acudieron a esa reunión, donde el presidente estadunidense adoptó el papel de una especie de mamá de estos polluelillos tropicales, frágiles, incapaces de entender qué es innovación y productividad y de dar de comer y educar a su población, que se han pasado la vida peleando y bailando, cuyas élites son incapaces de comprender
que los derechos humanos son para todos, y que tampoco entienden las más mínimas reglas de la democracia. ¿La democracia gringa del gran dinero sí las comprende?
Le divirtieron a Obama todas esas historias –me encantan
, dijo– que le contaron que hicieron sus antecesores, pero dijo sonriente a los kids latinoamericanos: Yo no sé nada, yo llegué ahora mismo; si algo pasó, yo no estaba ahí
, como dijo en una canción el prolífico compositor puertorriqueño Pedro Flores.
Raúl Castro apoyó esa postura, pero le sobran motivos por el presente y el futuro de Cuba. Muchos de los jefes de Estado y de gobierno que ahí estaban hablaron a las claras del memorial de agravios infligidos por el poder estadunidense a América Latina durante más de un siglo.
¿Alguien le tiene confianza en América Latina al presidente de Estados Unidos? La política del mundo de hoy es desconfianza de todos frente a todos, pero qué duda cabe de que hoy la palma se la lleva Obama, y mañana se la llevará su sucesor. Obama llegó a Panamá a repartir sonrisas y apapachos a los pobladores de su patio trasero
(John Kerry dixit). Recuerde usted: el 17 de abril de 2014 ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, el secretario de Estado dijo cínicamente y con toda naturalidad: América Latina es nuestro patio trasero (...) Tenemos que acercarnos de manera vigorosa
: ésa es, desnuda, la diplomacia
estadunidense.
Nos menosprecian, qué duda cabe, pero tienen que lidiar con nosotros porque por ahí andan China y Rusia metiéndose a su patio trasero. Hoy, de no ser por esa razón, les bastaría con seguir esquilmándonos como lo han hecho históricamente. Claro, para Estados Unidos hay polluelos más dóciles que no dicen ni pío, tal es el triste caso mexicano.
La política exterior china, a la luz del día, ha experimentado una fuerte reorientación en los últimos años. Entre sus nuevos objetivos estratégicos está la profundización de los vínculos con América Latina en un nivel más comprensivo, integrando el plano gubernamental con las relaciones con otros actores, como partidos políticos, sindicatos y asociaciones de la sociedad civil. La creciente cooperación militar también es un ejemplo de esta nueva política.
América Latina puede sacar provecho de la competencia sino-estadunidense, pero sin olvidar que la hegemonía de Estados Unidos es sin remedio transitoria. Los beneficios económicos de fortalecer los lazos con China hacen necesario asumir riesgos calculados en el plano económico y político. Pero qué duda cabe de que pueden establecerse relaciones sanas (sin la carga histórica de afrentas, golpes de Estado y matazones que han asestado los gringos a nuestro subcontinente).
Estados Unidos no ha podido responder al desafío económico más importante que enfrenta en el presente: evitar la adhesión de los países occidentales al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII) creado por China, en primer lugar Inglaterra, su superaliado, a la que han seguido Francia y Alemania. La importancia del BAII demuestra que el peso de Estados Unidos como la primera potencia del mundo es cada vez más cuestionada por el crecimiento de China. Como dijo el sabio: las cosas duran hasta que se acaban.
“Ah…, nada como la amistad de los ingleses. Esa sí que dura... nanosegundos. Nada como la confianza que inspiran los banqueros londinenses... siempre listos para cambiar de bando”. Firmado por ARL y citado por Juan Luis Berterretche (USA reacciona ante vuelco británico hacia el banco de inversiones chino
).
Lo mismo le ocurre a Estados Unidos con África. El proceso de reimpulsar la presencia estadunidense en África empezó hace dos años, pero la cumbre
de agosto del año pasado, organizada por Estados Unidos, fue la manifestación más obvia del intento de este país de oponerse al avance chino en África. Según el diario National Interest, el volumen de comercio entre Estados Unidos y los países africanos es de 85 mil millones de dólares. El de China alcanza 200 mil millones, y las tasas de crecimiento de los datos chinos avanzan con mucha mayor rapidez. En cuanto a las inversiones, Estados Unidos destina menos de uno por ciento de sus inversiones extranjeras directas a África, mientras China mantiene una tasa de 3.4 por ciento y muchas inversiones más sin documentar. Añada que Estados Unidos rara vez aparece por África, en tanto los líderes chinos a menudo viajan a este continente con delegaciones oficiales.
Termino repoduciendo unos cuantos –muy pocos– de los encabezados de varios números del periódico ruso Rusia Today: El embajador de México en Rusia anunció que una segunda delegación de los empresarios de su país visitará Rusia en mayo. Los países de América Latina aumentan su papel como importadores de armamento ruso. Rusia acaba de inaugurar un consulado en la ciudad argentina de Mar del Plata. Rusia está interesada en la integración entre la Unión Económica Euroasiática (UEE) y los bloques regionales latinoamericanos. Puede hallarse muchísimo más.
Las sonrisas de Obama tienen explicación.